lunes, 30 de septiembre de 2019

Dra. Spankee corazón.

Después de todo, esta es una fantasía que ha ido modificándose, creciendo y mejorando con el paso de los años. No soy la misma spankee que comenzó temerosa a interactuar con la gente 'de verdad', ahora tengo una personalidad propia que me hace única y, de voz de algunos spankers, incomparable e inolvidable en este mundillo de sorpresas. Ustedes saben que no me gusta clasificar en buena, mala o mejor spankee, ni a mí ni a nadie; simplemente disfruto de lo que soy y lo que siento. Qué bien que haya quien también lo haga a mi lado.

En algún momento llegué a pensar que la vida sin spanking no sería vida, y lo sigo creyendo pero, (in) justamente, la vida y su cruel realidad me han demostrado que a veces hay que establecer prioridades.

Lo lindo del spanking, además de las sensaciones que nos brinda todo el tiempo, es que se vuelve algo 'magico' cuando encuentras a la persona adecuada con quién compartirlo. 
Conozco a mucha gente que vive triste o frustrada porque no ha podido encontrar a alguien con quién compartir la fantasía y, a ellos, solo puedo decirles/pedirles que no se rindan. Sé que es difícil, también sé que el tipo de ansiedad que genera la ausencia de spanking es difícil de sobrellevar, sin embargo, también sé que nada es imposible. 

Pero también sucede, seamos realistas, que la gente (tanto hombres como mujeres) se sube en un ladrillo y se marea. Hay que entender que, las personas que participamos de esto, finalmente, somos personas comunes y corrientes. Todos tenemos una realidad con la que lidiar, un trabajo, una familia, una vida alterna y, por tiernos y románticos que parezcan los cuentos de hadas, son eso, sólo cuentos.

Hay una frase que me gusta aplicar en mi vida en general: nadie puede pedir lo que no es capaz de dar. De tal modo que, lo que nosotros buscamos y lo que ofrecemos, debe ir a la par. Sé de muchos muuuuuchos casos en los que el ego, de una u otra parte, rebasa los roles y, amigos, es ahí donde las cosas se complican. Hay que entender que, el spanking, es como cualquier otra relación interpersonal, uno espera recibir algo pero, como es de esperarse, también tiene que darlo.

Yo siempre he dicho que hay ingredientes necesarios e insustituibles:


  • Consenso 
  • Respeto 
  • Confianza 
  • Comunicación 
  • Honestidad 

Teniendo todo lo anterior desde ambas partes, es muy probable que una relación (de spanking, bdsm o lo que sea) funcione mejor pero, cierto es también que, esto no funciona como receta de cocina. Desafortunadamente, la vida no tiene manuales de uso, no hay pasos infalibles a seguir, todo es un azar. 

Dentro del spanking, así como la vida en general hay algo inexplicable pero existente: la química. Sí, ese click que pueden, o no, tener las personas... Ese 'no sé qué, que qué sé yo' que hace que los seres humanos armonicemos, o no. 

Supongo (jaja, SUPOngo) que a todos nos ha pasado: conoces a alguien y, desde el principio, te cae mal. Es inexplicable, ni siquiera le conoces bien, simplemente, no hay química o, por el contrario, te presentan a alguien o haces contacto vía internet y, aunque no le conozcas, te cae perfecto. ¿Cierto? 

Pero, ojo, amigos... NADA, en absoluto, garantiza el éxito de una relación spanko. Ya sé, ya sé, es todo tan confuso porque, aunque la fórmula parezca sencilla, no hay nada más personal e íntimo que poner tus nalgas, de manera literal, en las manos de otra persona. Y aquí no vamos a explicar los distintos tipos de spanking, eso será material para otra entrada, simplemente se trata de un voto de confianza, una entrega temporal de algo que es muy nuestro y que no se limita a lo físico. 

Hace tiempo platicaba con una (queridísima) amiga y spanker, acerca del tamaño de vínculos que se pueden desarrollar a través del spanking. Ella y yo estamos totalmente de acuerdo en que el spanking puede ser tan delicioso y satisfactorio como adictivo y peligroso. Este, como muchas otras cosas, es un juego que requiere madurez y disposición, estabilidad emocional y desapego, seriedad y responsabilidad. No se trata sólo de aventarse a dar o recibir nalgadas, es mucho más complejo de lo que parece. 

Aún así, sopesando los pros y los contras, me atrevo a recomendar el spanking como una de esas experiencias que no pueden quedarse en el tintero de las fantasías. Si usted, querido lector (a), ya tiene la inquietud o el deseo de probar, ¡hágalo!, no se quede con las ganas porque, como dicen en mi pueblo: "lo bailado, nadie nos lo quita"

YoSpankee 

domingo, 22 de septiembre de 2019

¿Cómo sería tu sesión ideal de spanking?

Hace poco estaba pensando en la respuesta a una pregunta que suelen hacerme las personas que me contactan con respecto a mis fantasías y/o experiencias de spankee, sin embargo y siendo honesta, jamás he respondido más que cualquier cosa llena de diplomacia y desinterés... No crean que soy grosera o mal educada, o sí un poco, pero me refiero a que en muchas ocasiones no sé bien qué responder y me limito a esquivar lo más sutilmente posible.

Así que, aún sin contar con una respuesta específica, porque es imposible tener una, me di a la tarea de fantasear, recolectar o tomar prestados algunos detalles para dar forma a una sesión de spanking que, personalmente y sin limitarme a ella, sería muestra de una sesión ideal... excitante, explosiva...

He aquí el resultado:

Con un sutil toque de 'age play' pero sin caer en las representaciones teatrales baratas e infantiloides. Me encantaría que el spanker fuera un hombre maduro, de esos que controlan tus acciones con la sola mirada, de manos grandes y vestido de manera formal, si se puede guapo, mejor.

Tendría que ser una situación casual, nada premeditado (guiño) y en un ambiente cero preparado, os instrumentos también deberán ser casuales, de uso cotidiano. Los roles indican que no puede haber nada sexual de por medio (guiño), sin embargo, nadie puede conocer lo que sucede en el interior (o la entrepierna) de los involucrados.

***

Las tareas de la maestría me están volviendo loca, las  materias que elegí para este semestre son las más difíciles  y, de hecho, lo hice a propósito. Quiero terminar con la parte pesada lo más pronto posible, sin embargo, está costándome más de lo que había pensado, además, combinado con el trabajo en la oficina y los múltiples compromisos que adquirí poco antes de inscribirme, argh, es una pesadilla.

El fin de semana pasado no fue la excepción, montones y montones de tarea me esperaban en casa después de una semana particularmente complicada de clientes con proyectos urgentes, correcciones de última hora y el mal humor de mi jefe que ha empeorado desde que recibió, a media junta, una demanda de divorcio que no se esperaba, ¡ja!, pobre.

Decidí salir de la oficina un par de horas antes de lo acostumbrado, tenía ganas de distraerme y así tomar un respiro para, en la noche, aplicarme con la tarea. Mi departamento está lejos de la zona de bares y restaurantes de la ciudad en la que vivo, así que pasé a casa de mi amiga Karla a cambiarme de ropa, pedirle que me acompañara a tomar algo y, con el pretexto de volver ahí por la noche para estudiar juntas, dejé todas mis cosas; libros, cuadernos y lap top que quedaron en un rincón de su habitación. 

Karla estudía la maestría conmigo, es recién egresada de la carrera y aún vive con sus padres. Estábamos un tanto obligadas a volver temprano porque, según me había platicado, su mamá es muy 'preocupona' y su papá, 'chapado a la antigua', es muy estricto con los horarios y los deberes. Tampoco pudimos vestir demasiado provocativas pues, además de no contar con el tiempo necesario, el plan consistía solamente en beber un par de tragos y regresar a casa, después supe que ella jamás utiliza faldas cortas o escotes pronunciados pues, sus padres, se lo tienen prohibido. Desde mi punto de vista ya hemos superado la prehistoria, ¡bah!.

Estábamos ambas sentadas en la barra del bar, ella un poco nerviosa porque, obviamente era algo a lo que no está acostumbrada. Yo, no es que sea una borracha empedernida,, me gusta tomar un trago de vez en cuando y, por qué no, aprovechar para coquetear un poco con los hombres que, dicho sea de paso, siempre están dispuestos a charlar o invitar una copa. De pronto, se acercó el mesero y nos dijo, señalando el otro extremo de la barra, que dos caballeros nos enviaban una copa. A mí me pareció sumamente divertido y, dado que ambos hombres estaban guapísimos, no vi nada de malo en aceptar la invitación pero mi amiga no pensaba de la misma forma y, con evidente molestia, respondió: ¡no, gracias! 

Pero, ¿por qué?, le pregunté sorprendida. Porque no es correcto, respondió. Pagó nuestra cuenta, tomó su bolso y salió muy molesta del lugar. No me quedó más remedio que seguirla y, con un gesto y el rostro rojísimo, salí detrás de ella. 
Subimos al auto y no pude evitar preguntarle por qué había actuado así, que no tenía nada de malo. 

- A ver, Lau, yo no sé si tú estás acostumbrada a comportarte como una mujerzuela, yo no, así que no me pidas que lo haga. Discúlpame, no es mi estilo. 

¡Jajajajajaja!, estallé en una sonora carcajada y, quizá ella se sorprendió por mi reacción pero fue lo único que pude hacer ante su exageración. Es decir, coquetear un poco con desconocidos, aceptar una copa sin absolutamente nada a cambio, para ella eran actos vergonzosos, caray, en qué monasterio la han tenido recluida. 

No pasa nada, Karlita, le dije entre divertida y muy sorprendida, será mejor que nos vayamos a estudiar y terminar el trabajo porque, si no, no aprobaremos la materia. Ambas sonreímos y nos dispusimos a comenzar el camino a su casa. Unos 40 minutos nos separaban de nuestro destino, y entonces recibió una llamada de su madre. No supe exactamente qué le dijo, sólo sé que la apuró para volver a casa porque su padre había llegado ya y estaba muy molesto por su ausencia. No sé qué tipo de presión ejerció la llamada en ella pero pude adivinarlo porque, a modo de súplica, me pidió acelerar para llegar lo más pronto posible. Así lo hice. 

Traté de elegir la vía más rápida y, contagiada de su ansiedad, aceleré lo más que pude pero, 'sin querer', me pasé un semáforo en rojo sin percatarme de la presencia de una patrulla de policías. 

Escuché la sirena sonar, mi expresión lo dijo todo y la sensación empeoró cuando volteé a ver a mi amiga que, con una cara de terror absoluto comenzó a llorar. Detuve el auto en cuanto pude y le pedí a Karla que se calmara, que yo me haría cargo. Bajé la ventanilla y traté de usar todos mis encantos, especialmente la carita compungida y llena de arrepentimiento. El policía saludó muy amablemente, me preguntó si sabía por qué me había detenido y no me quedó más remedio que responder que sí, que no me había dado cuenta del alto y, cuando lo hice, ya era demasiado tarde. Argumenté (e inventé) todo lo que pude pero, al parecer, nada convencía al uniformado que, muy serio, me explicaba todos los riesgos a los que expuse, tanto a mí, mi acompañante, como a otros vehículos o transeúntes. 

Al ver que no me libraría, solo le dije, en tono áspero y quizás arrogante: por favor, sólo expida la multa y ya. Y supongo que no le gustó porque, inmediatamente, me pidió mis papeles, bajar del auto y soplar en su rostro para verificar mi aliento, lo cual, me puso sumamente nerviosa pues había bebido un par de tragos, nada grave. 

Obviamente el policía percibió el alcohol y, con una sonrisa maliciosa, me dijo que estaba metida en graves problemas. Yo no sabía qué hacer o qué decir y la actitud llorona de Karla tampoco ayudaba mucho. 

- Por favor, poli, no sea malo... Déjenos ir, le prometo que no volverá a pasar, en serio, solo bebí un par de copas, le juro que vengo en mis 5 sentidos. 

Se notaba lo divertido que estaba el policía, deduje que si me esforzaba un poco más, terminaría convenciéndolo, así que no me di por vencida. Hice uso de todo el drama que me fue posible, la pobre de Karla estaba tan preocupada que, verla así, me dio una idea fantástica. 

- Mire, oficial, si usted nos hace esto no sabe en el lío que nos mete. ¿Ve a mi amiga?... Pues su papá es un señor muy estricto, terriblemente enojón y, aquí entre nos, a él le gusta utilizar los castigos físicos para corregir las faltas de su hija. Imagine lo que pasará con ella si se entera que nos detuvo la policía. Y no me parece justo que, si yo fui la que bebió y sin querer se brincó un alto, la que termine pagando sea ella, ¿no cree? 

Sentí que ya lo tenía en la bolsa, que lo había conmovido y que se había creído todo el cuento.  El policía movía la cabeza como pensando, como tomando una decisión y preguntó:

- Exactamente, ¿qué le pasaría a su amiga si su padre se entera de esto? 

- Sería terrible, su papá utiliza el cinturón para azotarla en las nalgas. Lo hace con mucha fuerza, oficial, a veces tarda varios días en poder sentarse sin dolor. 

- Y, ¿lo hace encima de la ropa o sobre la piel desnuda? 

Vaya que parece interesado en el tema, espero que no vaya a querer acusar al pobre señor de violencia intrafamiliar o algo así. 

- No estoy muy segura, supongo que dependerá de la gravedad de la falta pero, ¿no le parecería una injusticia que, mi pobre amiga, pague por algo que no ha hecho? 

- Sí, tiene usted toda la razón, señorita, no podemos permitir que eso suceda. Muy bien, le perdonaré la multa... 

Sonreí triunfante,sorptendida y muy triunfante. 

... Pero con una condición... 

¡Carajo! 

... Usted tendrá que recibir ese castigo aquí y ahora porque, es cierto, la que bebió y se voló el semáforo en rojo, fue usted... Y por su bien, espero que acepte porque, de lo contrario, me veré obligado a levantar la multa y, además, llevaré el auto al corralón pero, no sólo eso, además las remitiré, ¡a ambas!, a la delegación. Usted decide. 

- Pe... Pe.. Pero, oficial!! 

- Como lo escucha, señorita, no hay pero que valga. Vamos, decida ahora porque todavía hay que llamar a la grúa, remolcar el auto, a ustedes, subirlas esposadas a la patrulla, en fin... 

Volteé a ver a Karla quien, aunque había escuchado toda la conversación, jamás intervino. Supongo que, al igual que yo, creyó que estaba funcionando pero, al ver que no era así, se bajó del auto y me suplicó que aceptara el trato, que lo hiciera por ella, que todo lo que le dije al policía acerca de su padre, era totalmente cierto. Me dejó con la boca abierta. 

Verla llorar tan llena de miedo, provocó que mis ojos también se llenaran de lágrimas y, con un gran sentimiento de solidaridad, le dije al oficial que lo hiciera, que aceptaba el trato pero que nos dejara ir. 

Tardé más en responder que el policía en ponerme en posición: las palmas de las manos sobre el cofre del auto, el cuerpo inclinado y las nalgas expuestas. Pude ver y escuchar, claramente, cómo sacaba el grueso cinturón de piel de las presillas del pantalón, posteriormente, lo dobló a la mitad y, dando un par de pasos hacia atrás, lo posó sobre mis glúteos. 

Yo no sabía a lo que me enfrentaba, jamás me habían azotado y menos con un cinturón. Miré a Karlita que, aunque asustada, no perdía detalle de lo que sucedía, me miraba con compasión. 

El primer azote me hizo estremecer, mi cuerpo se contrajo y el dolor en mis nalgas no me permitía pensar en nada más. Escuché cuando el oficial me preguntaba si estaba arrepentida, si sabía que me lo merecía y si estaba dispuesta a modificar mi comportamiento. Cada pregunta iba acompañada de un cinturonazo y yo ni siquiera podía responder, solo me limitaba a soportar el castigo, quería que todo terminara rápido para poder salir de ahí. Me sentía tan estúpida, tan humillada y, al final, tan consciente de que, lo que había hecho, estuvo muy mal. 

No supe exactamente cuántos cinturonazos fueron, mis nalgas se sentían calientes y muy adoloridas. Mi rostro estaba bañado en lágrimas, no me había dado cuenta del efecto que tuvo ese castigo hasta que me descubrí suplicando y ofreciendo mil disculpas. 

Por fin terminó, lo supe porque él así lo anunció. Se acercó a mí mientras volvía a colocar el cinturón en su sitio. Instintivamente comencé a sobar la zona castigada pero, de inmediato, recibí un manazo fuerte en una nalga. 

- ¿Quién le dio permiso de sobarse, señorita? 

- Per... Perdón, dije entre sollozos. ¿Nos podemos retirar, oficial? 

- Sí, pueden irse. Aquí están sus papeles y, por favor, tengan más cuidado de aquí en adelante. ¿Me promete que se portará bien? 

- Sí, señor, lo prometo. Respondí sin poder levantar la mirada. 

Ante la satisfacción del policía y mi cola muy adolorida, nos retiramos del lugar. Karla me iba diciendo cuánto lo sentía y la culpa que le embargaba por lo que yo había tenido que pasar. Le dije que no se preocupsra, después de todo, me lo merecía. 

- Sí, es cierto, respondió. Sólo espero que también puedas soportar la cueriza que nos dará mi padre a ambas al llegar a casa... 

FIN. 


lunes, 9 de septiembre de 2019

Zarpazo.

Me había dicho que iríamos a una reunión con sus amigos, yo estaba contenta con la sola idea de pasar tiempo juntos, el lugar y las personas eran lo de menos. Además, me parecía una excelente oportunidad para conocer a las personas de las que se rodeaba ya que, por compromisos o por no coincidir en horarios, jamás había tenido contacto con ellos.
Acordamos que pasaría a recogerme a medio día y aproveché para hacer sacar algunos pendientes aunque, a decir verdad, estaba ansiosa por verlo.

Llegó puntual, muy puntual diría yo, y la sorpresa era que no iba solo. No me molestó la presencia de su amigo, al contrario, pero me inquietó un poco la idea de ir con alguien más, sobretodo porque yo estaba consciente de que iríamos a una reunión vainilla y quería aprovechar el trayecto para hablar de lo nuestro, además de ir en la parte trasera del auto y ellos dos al frente, charlando, muy felices. Grande fue mi sorpresa cuando los escuché mencionar '24/7' y, no es que estuviera de metiche ni nada y sé que el término puede aplicar para muchas cosas pero, no pude evitar preguntar: y, ustedes, ¿de dónde se conocen?

Resulta que ambos pertenecen al mundo bdsm (del cual, el spanking forma parte) y, a donde íbamos, era una reunión de bedesemeros. Woow!!
Desde ese momento me sentí muchísimo más cómoda, un poquito más en mi elemento. Entonces supe que la reunión sería fuera de la ciudad, a unos 40 minutos, y que conocería a varios personajes de ese mundillo. Lo que sucedió en dicha reunión no podría describirlo más que como una charla entre amigos (ellos) en la que me hicieron sentir aceptada. La charla estuvo llena de anécdotas y 'chistes locales' que yo poco entendía, sin embargo, me divertí muchísimo y pude evitar, exitosamente, la constante insistencia en amarrar a la spankee.

Cuando salimos de la fiesta ya era tarde, la una de la mañana, tal vez y, debido a un percance, tuvimos que permanecer un par de horas estacionados en el auto. Además del amigo que iba con nosotros desde el principio, se sumó otro chico que se dedica al arte del 'shibari' (si usted no sabe lo que es, googlee, es gratis) y ambos se bajaron del auto para intentar solucionar dicho percance, así que nos quedamos solos mi spanker y yo.

No soy claustrofóbica pero, el silencio de la noche, la energía acumulada y un espacio reducido no son buena combinación para una spankee. Lógicamente comencé a molestar, quizá estaba un poco confiada ante el hecho de estar frente a más personas y supuse que, a pesar de mi atrevimiento, lo más que sucedería sería que mi lista crecería y los motivos serían guardados para cuando hubiera oportunidad de cobrar. Terrible error.

Después de algunas malas contestaciones, reproches sin sentido y sugerencias, no supe cómo, terminé sobre las piernas de mi spanker en el asiento trasero del auto. Todas las nalgadas que recibí esa noche, lo confieso, fueron más que merecidas. Me moría de vergüenza al pensar que los otros chicos notaran lo que estaba sucediendo porque, además, afuera estaba fresco pero, al interior del auto, lo temperatura iba en aumento y los vidrios empañados eran la prueba de ello.

Fueron varias las veces que terminé boca abajo pero, de alguna manera la situación era terriblemente excitante. Hasta ese momento, mi ropa había permanecido en su lugar pero no se quedó ahí por mucho tiempo. Tumbada boca abajo sobre las piernas de mi spanker, dentro de un automóvil estacionado en la vía pública sobre una avenida bastante transitada y con los calzones en los muslos; estuve pstaleando mientras trataba de safarme del castigo. Vaya spankee tan ilusa.

Jadeante, sudorosa y muy excitada me acomodé la ropa e intenté mostrar un fingido enojo, algo más parecido a un berrinche y, aunque la cantaleta regañona de mi spanker estaba a punto de comenzar, me salvó que, por fin, sus amigos volvieron al auto.
Comenzamos el trayecto de camino a casa casi en silencio. Un poco de música sonaba de fondo y el sueño me mataba pero, amigos, ustedes saben que las spankees siempre tenemos una reserva de batería así que, cobijada con la presencia de los otros dos chicos, seguí con el berrinche y traté de hacerlo muy evidente para mi spanker no así para los pasajeros del frente. Oh, sorpresa, queridos míos... Es un riesgo terrible ir en un auto con gente a la que las nalgadas no le parecen nada fuera de lugar, al contrario.

Nuevamente terminé sobre las piernas de mi spanker que, decidido, aplicó unas buenas nalgadas en ese auto en movimiento. No una, sino, dos veces probé su palma severa impavtándose contra mis nalgas pero, la segunda fue la peor, el orgullo de la spankee fue doblegado porque, dentro del reducido espacio del asiento trasero, él se las arregló para que yo quedara atrapada en un nudo humano entre ambos. Mi cabeza casi tocaba el piso y quedó bajo su rodilla izquierda, mi cuerpo descansaba sobre su pierna derecha, con la mano izquierda caían los azotes sobre la piel desnuda y, finalmente, con la mano derecha sostenía tanto mis piernas como mi ropa interior que fue removida de su sitio en un rápido movimiento.

Fueron segundos, a lo mucho un minuto, pero a mí me pareció una eternidad. Los de adelante ni se inmutaron y yo, como podrán adivinar, además de las nalgas, tenía la cara súper roja, tanto por el esfuerzo hecho al intentar librarme (fallidamente) del castigo, como por la vergüenza enorme de saberme exhibida, nalgueada y aplacada.
Él iba orgulloso de su actuación orgulloso y muy excitado pues, al estar sobre él, el bulto entre sus piernas era evidente.

Cuando llegamos a la ciudad, nos despedimos de sus amigos y decidimos ir a terminar lo que habíamos comenzado.

Pd. Jalarle tanto los bigotes al tigre, es sumamente peligroso. Puede que no pase de un rugido pero también puede terminar en zarpazo.

YoSpankee

domingo, 1 de septiembre de 2019

50 cosas acerca de YoSpankee

Detalles y curiosidades acerca de esta spankee que, después de todo, es solo una chica (ya no tan chica) común y corriente.

1. Tengo 13 años como spankee activa en este mundillo.
2. En el mundo vainilla soy súper vainilla, asumo que nadie sospecha siquiera de esta faceta mía.
3. Pertenezco a una familia en extremo tradicionalista y conservadora.
4. No tengo ni quiero tener hijos.
5. Tengo 36 años de edad.
6. Aunque estoy a un par de semanas de cumplir 37.
7. No me gustan los animales, de tal manera que, nunca he tenido una mascota. Tengo que aclarar que NO estoy a favor del maltrato animal y  menos aún del maltrato entre seres humanos.
8. Soy feminista pero en el sentido más racional del término.
9. Soy casada.
10. Me gusta mucho cantar y, aunque no lo hago de manera profesional, creo que no lo hago tan mal.
11. Soy diestra.
12. Soy feliz y orgullosamente mexicana.
13. Mido 1.67 metros.
14. Soy de complexión robusta.
15. Mi piel es blanca y pecosa, particularmente la cara.
16. Tengo una adicción no superada a las redes sociales, sobretodo en el mundo vainilla.
17. Fui locutora de radio durante 7 años.
18. Amo fantasear a través de las letras, aunque estoy consciente de que me falta mucho por aprender.
19. 3, hasta el momento, han sido los spankers que han marcado mi vida, aunque he sesionando con más de 15... Algunos fueron de sólo una vez.
20. Tengo un umbral de dolor bastante amplio y, por ello, suelo cansar a mis spankers pero, dicen por ahí, es mejor calidad que cantidad.
21. Mi instrumento favorito (sin contar la mano) es el cinturón.
22. El instrumento que más odio es cualquiera de madera.
23. Soporto los azotes en las nalgas pero, en cualquier otra parte del cuerpo, me hacen llorar.
24. Cuando digo 'llorar', no es de manera literal... Me cuesta muchísimo dejar salir mis sentimientos durante una sesión.
25. No soy una persona tierna y me cuesta (además no me gusta) adoptar el papel de niña. No soy una little, solo soy una spankee traviesa.
26. Muero de vergüenza cuando mi spanker sugiere cualquier cosa spanko en público, ya no hablemos si se le ocurre darme una o más nalgadas.
27. No sé mentir. Si hago cualquier cosa que amerite un castigo, prefiero confesarlo porque me da muchísima vergüenza ser sorprendida en algo.
28. A veces me meto el pie sola. Soy experta en el auto boicot.
29. Odio contar en voz alta cuando me azotan, me parece una humillación terrible.
30. También me choca el interrogatorio, ya sea frente a frente con mi spanker o peor aún, boca abajo.
31. Aunque el rincón representa un respiro a la hora del castigo, de la misma forma, es una humillación de la que prefiero huir. Son el tipo de cosas que me hacen sentir pequeña y estúpida.
32. Me gustan los juegos anales pero temo muchísimo los castigos anales. Vaya paradoja.
33. Soy muuuuy 'fan' de la disciplina doméstica.
34. Mucha gente cree que no es posible el spanking 24/7 pero yo creo que sí.
35. El spanking, para mí, es parte o esencia de una fantasía, difícilmente cederé mi voluntad a alguien más, aunque se trate de mi spanker.
36. Soy spankee, no sumisa.
37. Pero me gusta mezclar algunos detalles de bdsm con el spanking.
38. Me gusta mucho sentir la cera caliente caer sobre mi cuerpo, particularmente sobre las nalgas.
39. Muchas personas me han propuesto 'ser switch' pero, aunque puedo concederlo para alguna sesión, mi naturaleza es absolutamente spankee.
40. Otra de las cosas que pueden hacerme sentir muy humillada dentro de una sesión de spanking es que, mi spanker, me pregunte qué castigo amerita tal o cual falta. Esa es su chamba, señores. Jajaja.
41. Tengo un problema muy fuerte de procrastinación pero, al mismo tiempo, soy sumamente perfeccionista. Podré no dormir dos días antes de la entrega pero, de que queda bien, queda bien.
42. No sé quedarme callada, aunque sepa que no tengo la razón, haré hasta lo imposible por ganar una discusión.
43. Amo el spanking y lo considero una parte esencial de mi vida.
44. No sé cocinar y soy muy torpe para las cosas domésticas.
45. En el mundo vainilla soy power girl, en el mundo spanko me dejo mimar. Me encanta ese contraste que logra adentrarse en la burbuja spanko.
46. Me encanta crear lazos afectivos con las personas con las que interactúo en el mundo spanko. Me gusta ir más allá del fetiche porque, generalmente, hay personas valiosísimas y muy interesantes detrás del personaje.
47. Me molesta mucho la gente que utiliza el spanking como un aparador, como un espacio para lucirse y sentirse más que los demás. Me parece sumamente desagradable etiquetar a las personas en factor del nivel de 'público' que tengan.
48. Como en todo, prefiero la sencillez y la naturalidad.
49. Soy heterosexual.
50. Estoy súper orgullosa de este blog que, aunque no tiene la cantidad o calidad de entradas que yo quisiera, es el lugar donde puedo ser yo misma, YoSpankee
51. (de regalo) Este año, YoSpankee cumple 11 años y tengo muchas ganas de celebrarlo, ya les contaré. Me encantaría que me regalen más comentarios para seguir manteniendo con vida este espacio. GRACIAS TOTALES!!

YoSpankee