martes, 25 de febrero de 2020

Spankee / spanker


Siempre he dicho que la vida se trata de aprendizaje constante. Es imposible saberlo todo, incluso si hablamos de spanking. Hay personas que creen que, por llevar varios años en esto, soy una experta en el tema, lamento decepcionarlos. 

Se puede (debe) aprender de todo y de todos. Cada experiencia, así como cada persona que se cruza en nuestro camino, bien o mal, nos conduce a un tipo de aprendizaje que, depende de cómo lo enfoquemos, puede convertirse en una gran lección.

Yo he aprendido muchas cosas de mi spanker, a continuación la lista de 10 de ellas:

1. Las cosas no suceden por casualidad, sino por causalidad. Yo soy responsable de mis acciones y las consecuencias de ellas. 
2. Mi bienestar y mi estabilidad solo dependen de mí pero, después de todo, una buena charla y, si es necesario, una buena catarsis siempre ayudan. 
3. Los castigos, tarde o temprano, siempre llegan, muchas veces, en el momento o de la manera menos pensada.
4. Vida solo hay una y se trata de disfrutarla al máximo. 
5. No importa el sabor del helado, compartido, es muchísimo más delicioso.
6. Las formas importan, es decir, el respeto y la educación son muy importantes en este y todos los mundillos pero, si se omiten frente a él, algo no tan bueno para mis nalgas pasará después.
7. No puedes decir que algo no te gusta si no lo has probado. Este punto no aplica para todo, es cuestión de lógica y criterio, les aseguro que yo sé que no quiero probar el veneno, por ejemplo. 
8. Vive el momento, lo demás lo resolvemos luego. 
9. Sé tú misma, eres muy valiosa.
10. El mayor aprendizaje que he obtenido de mi spanker es la confianza. He aprendido que vale mucho la pena quitarse velos, atreverse, ponerse en las manos de alguien más. He aprendido a querer y ser querida, a confiar y ser confiable, a dar y recibir de una manera maravillosa y deliciosa.

Gracias por todo esto y lo que aún falta por aprender y disfrutar. 

YoSpankee 

lunes, 10 de febrero de 2020

Castigo de película. Parte 1


Habíamos quedado para ir al cine, yo iría después de convivir con mis amigas y él, al salir del trabajo. Tuve tiempo de adelantarme pues estaba muy cerca del lugar y como, seguramente, él llegaría corriendo, compré las entradas, palomitas y refrescos. Me senté a esperarlo y, mientras, estuve revisando mis redes sociales. Estaba tan entretenida que no me di cuenta que llegó, hasta que sentí sus brazos rodear mis hombros. Me giré para verlo y me puse de pie para darle un gran abrazo. Él, por su parte, me llenó de besos el rostro y, finalmente, me regaló un largo y húmedo beso en los labios.

Parecía una escena sacada de una de esas películas rosas, hasta que él, separándose de mí, con una mirada furiosa y ese tono de voz que no deja lugar a dudas, preguntó:

- ¿Estuviste fumando?

Confieso que sí, estuve fumando un poco pero, según yo, tuve la precaucion de lavar mi boca, tomar pastillas de menta y ponerme perfume, ¿cómo percibió el aroma o el sabor del tabaco?

- Nnno, yo no... 

Desafortunadamente, soy pésima mintiendo... 

- Por tu bien, es mejor que no me mientas, jovencita... 

Ja, si lo único que quería era mentir, mentir de la manera más descarada posible. Sé muy bien que él odia el cigarro, más allá del olor, odia que las personas consuman cosas, de manera voluntaria, sabiendo que le están haciendo un daño terrible a su cuerpo. En cuestión de disciplina, que es como funciona nuestra relación, fumar es una de esas cosas que están estrictamente prohibidas, una de las que se encuentran en el límite de lo inimaginable pero, si les soy sincera, no era la primera vez que lo hacía a sus espaldas pero, sí la primera que era sorprendida.

- No te enojes, por favor, solo fue un cigarrillo, no es para tanto, ¿sí?

Intenté usar la mejor de mis sonrisas, además, la película estaba por comenzar y se lo hice saber pero, lo único que obtuve como respuesta fue que me arrebatara los boletos y los rompiera en mi cara. 

- Esto te va a costar muy caro, señorita. 

Acto seguido, tiró refrescos y palomitas a la basura, algunas personas ya nos miraban, me moría de vergüenza, solo me limité a bajar la cabeza y esperar su siguiente movimiento. Era obvio que se acababa de cancelar la noche de cine, así que, había qué ver cuál sería su decisión aunque, seamos sinceros, todos sabemos hacia dónde conducirá esto. 


Visiblemente molesto, me tomó del brazo y me sacó del complejo de cines, yo solo me dejé llevar pues, la verdad, no estaba en condiciones de negarme a nada. 
No estoy segura si hay un sentimiento de mayor humillación y vergüenza, que ser atrapada es una mentira y, peor, en público. ¡Argh!

Cuando íbamos cruzando a paso rápido el oscuro estacionamiento, intenté dar una explicación, pero fue totalmente en vano, mis argumentos fueron silenciados con una fuerte nalgada que me hizo saltar y entender la gravedad del asunto. No sé si alguien vio o escuchó pero, en ese momento, esa era la última de mis preocupaciones. 
Fue, hasta llegar al auto, que me dirigió la palabra pero, solo para volver a decirme, esta vez en un susurro amenazante:

- Esto lo vas a pagar muy caro, jovencita. 

Tragué saliva y subí rápidamente al auto, me hundí en mi asiento y, mientras abrochsba el cinturón de seguridad, unas ganas terribles de llorar me invadieron. Sabía que había hecho mal y me dolía mucho que, por mi culpa, nuestra noche de cine se haya estropeado así. Él también se veía muy incómodo, vi cómo sus manos apretaban con fuerza el volante y su mandíbula se crispaba sin poder o querer decir nada, las lágrimas ya bañaban mi rostro.

Casi todo el camino transcurrió en silencio, yo no me animaba a decir nada, sabía que no estaba en condiciones y lo único que hacía era seguir llorando pues sabía, perfectamente, que al llegar a casa iba a tener que enfrentar el terrible castigo.

Poco antes de llegar, comenzó a hablar, su tono era suave pero claro:

- ¿Por qué lo hiciste?

No respondí, sólo gimoteaba y pensaba en la muy remota posibilidad de librarme de esta. 

- Te juro que no lo entiendo, sabes muy bien que lo tienes estrictamente prohibido, sabes muy bien las consecuencias que esto tendrá. En serio, pareciera que te burlas de mí, de mi autoridad y, peor aún, que no te importa tu salud.. Pero te lo digo bien claro, señorita, te vas a arrepentir de cada bocanada, de cada mentira, de cada decisión estúpida... 


Llegamos a casa, metió el auto a la cochera y, sin esperar a nada, se bajó rápidamente para llevarme a rastras, no sólo hasta la casa, sino hasta la habitación. Cabe mencionar que, todo el trayecto, desde el auto hasta la recámara, lo pasé llorando y suplicando. Estaba aterrada, no sabía lo que iba a pasar y, a estas alturas, sospechaba que el castigo sería muy duro.

Ya en la habitación, me condujo hasta el rincón con unas cuantas nalgadas bien puestas, las cuales, recibí sin meter la mano pero gritando como si me estuviera dando la paliza de mi vida.

- Esto no es nada, niña, no seas exagerada. 

Pero es que estaba tan aterrada, no controlaba mis reacciones. Después escuché que buscaba algo en el closet, sonaba un tintineo distinto cada vez, pero no tenía permitido voltear, aunque la curiosidad y la ansiedad me estaban matando.

Mientras pensaba en todas las posibilidades, poco a poco, mi respiración fue volviendo a su ritmo, hasta que fui llamada por mi nombre completo (con todo y apellidos), lo cual me hizo estremecer. 

Él estaba sentado en el borde de la cama, ya listo para comenzar a castigarme pues, en cuanto me giré, con pequeños golpecitos sobre su muslo derecho me indicó adoptar la posición para ser nalgurada y yo, sin pensarlo, obedecí de inmediato. .

Apenas terminé de acomodarme sobre sus piernas, una lluvia interminable de azotes comenzó a caer, no hubo regaños o preguntas, sólo nalgadas que caían con fuerza en una nalga y en la otra de manera alternada, cubriendo desde arriba hasta los muslos y poniendo particular énfasis en el área donde se une la pierna con los glúteos. Yo solo me retorcía y lloraba, mientras me deshacía en disculpas y promesas.

No pasó mucho tiempo, aunque a mí me pareció una eternidad, bajó los jeans junto con los calzones, lo hizo con gran enojo y los llevó hasta mis tobillos. Eso, inequívocamente, es señal de que el castigo no se limitará a las nalgas, como en otras ocasiones, muslos y pantorrillas también serían azotados.

Por más que lloré y pedí mil perdones, nada lo detuvo, azotó cada espacio desde la parte alta de las nalgas, casi hasta los tobillos. Para entonces ya me había dicho lo decepcionado que estaba de mí, lo malo que es el tabaco para el cuerpo y, peor aún, cada uno de los químicos que componen un cigarrillo... Entendí que hice mal pero no, aún no era suficiente castigo para considerar lección aprendida. 

Se detuvo abruptamente y, levantándome en vilo, me llevó hasta el rincón de nuevo, las manos sobre la cabeza, las nalgas y piernas bien rojas, y el llanto interminable. 

Volví a escuchar el tintineo pero, otra vez, tuve que vencer las ganas de voltear. Después de unos minutos y algo de ruido en la habitación, fui llamada de nuevo hacia él. 

Sobre la cama, una montaña de almohadas y, sobre el respaldo del sofá, 7 cinturones de grosor y textura distintas. De nuevo tragué saliva. 

- Bien, señorita, al parecer hace falta dejarte bien claras las reglas. Durante una semana, vas a probar un cinturón distinto cada día, las veces que se me dé la gana porque, por lo que demuestras, aquí se hace lo que a cada uno le da la gana, ¿cierto?

Quise responder, defenderme un poco pero, caray, no tenía argumento alguno. Solo me limité a llorar y sobar mis nalgas al mismo tiempo. 

- 7 cinturones, 7 días... Al terminar esa semana, te infornaré cuál será tu castigo. 

- Ppppero, ¿este no es el castigo?

Qué pregunta tan inocente y tan ilusa la mía. Creo que lo vi sonreír un poco. 

- No, esta es apenas la primera parte. 

YoSpankee 

domingo, 2 de febrero de 2020

Bambú



Uno de mis cantantes favoritos de toda la vida, además de amor platónico y objeto de mis deseo es, el español, Miguel Bosé. Desde muy joven (yo), el susodicho, formaba parte de mis fantasías erótico spanko pero, hoy, más que nunca, una de sus canciones me suena más spanko que nada: bambú.

La letra de esa canción llega a ser bastante sugerente, todavía no termino de decidir si tiene que ver con mi nacionalidad (mexicana) y el uso del doble sentido que manejamos en mi país, o mi muy marcado gusto (casi obsesión) por el spanking y el (recién adquirido) placer de mi spanker por usar varas de bambú para azotar mis nalgas.

Y mientras que ella plancha el corazón
Yo le doy Bambú
Turap tuhe, oh yeah
Y mientras ella con pasión
Da la llave yo le doy Bambú
Turap tuhe, oh yeah

La última vez, mi spanker llevaba 4 varas nuevas, mucho más delgadas que las que había estado usando antes. Confieso que tenía cierta 'necesidad' por probarlas y conocer la sensación que provocarían, no sólo en mí piel, sino en mi YoSpankee que, de por sí, ya estaba con el corazón al mil pues, poco antes de ver de frente a las dichosas varitas, mi spanker, con esa voz dulce que logra engañar a la más ilusa, preguntó: ¿qué pendientes tenemos, señorita?

No sé ustedes pero, yo, al escuchar ese tipo de preguntas o expresiones, me transformó por completo, no importa cuán parlanchina o sonriente haya estado, en ese momento, me 'contraigo', me hago pequeñita y me entrego a la situación

¿Que qué pendientes tenemos? Vaya, creo que no terminaría y, por supuesto, mis nalgas no sobrevivirían si es que yo me animara a responder con total honestidad, así que, apelando a la mala memoria de mi spanker y con carita de puchero, me hice la loca. ¡Qué ilusa!

Es cierto que mi spanker está siempre al pendiente de mis faltas y, aunque a ratos parece que las olvida, mágicamente, al tener mis nalgas a su disposición, se acuerda de todo. Parecería una injusticia, una trampa de la vida pero, si nos ponemos exigentes, es lo correcto. Creo.

Como dije, las varas eran más delgadas que las que ya habían impactado mi cola otras veces y, en consecuencia, eran mucho más ligeras. Supongo que esa es la treta, una se confía y subestima el poder de un varazo bien dado. Pues bien, estando boca abajo en la cama, con los calzones fuera de su sitio y las nalgas bien paradas, pude entender que, una vara delgada, duele muchísimo más.

Mis pobres nalgas sufrieron, mucho, por cierto... Pero, a mi querido y justiciero spanker, no le pareció suficiente y azotó también los muslos y las pantorrillas. Jamás respondí a la pregunta de qué cosas teníamos pendientes, sin embargo, estoy segura que, con ese castigo, pagué todo lo que debía.

Pero la cosa no terminó ahí, como si no fuera suficiente, recibí la orden de ponerme de rodillas sobre la cama y pegar los codos al colchón, de tal manera que, mis nalguitas, quedaron bien expuestas y ahí inclinada, sentí la furia del bambú contra mi cola sin que, ni siquiera la voz de Miguel Bosé, pudiera rescatarme. 

Ali Babá, qué estoy haciendo oh
Trágame Tierra, ábrete sésamo
Que en esta historia acabo
Siendo el malo yo
Ya me la coma o no
Y venga dai amore dai dimmi chi sei?
Tu que de repente prendi tutti I sogni miei

Y mientras que ella plancha el corazón
Yo le doy Bambú
Turap tuhe, oh yeah
Y mientras que ella con pasión
Da la llave yo le doy Bambú
Turap tuhe, oh yeah

YoSpankee