martes, 10 de diciembre de 2019

Resultados.

Este semestre fue mucho más sencillo de lo que había imaginado, es decir, fue pesado y requirió esfuerzo y compromiso, es cierto, pero también es cierto que yo creí que sería mucho peor que el anterior.

Hace 6 meses me encontraba de pie, en el estudio, frente a mi papá que, con esa mirada profunda que enmarca con sus abundantes cejas negras, me miraba fijo mientras esperaba una explicación a las terribles calificaciones que sostenía en sus manos. Además, había un sinfín de notas respecto a mi pésima conducta y mis reiteradas inasistencias.

El silencio reinaba en aquel espacio, la situación era por demás embarazosa y, por supuesto, la conclusión era sumamente predecible. 

No sé qué respuesta podría haber dado en aquel momento, la que fuera, sin duda conduciría exactamente al mismo fin al que llegamos después. Por supuesto, no dije nada, no contaba con ningún argumento válido, simplemente, me ganó la apatía, la flojera, la rebeldía. 

¿Qué podía decir?
Lo siento, papá, la escuela me da una flojera infinita, los profesores son unos imbéciles, no encuentro motivo alguno para esforzarme, preferiría vender chicles en la esquina. 
No, ¿verdad?

Mirar al piso, apretar una mano con la otra, sollozar en silencio y esperar, simplemente, esperar a que él terminara con su discurso. Era muy difícil concentrarse en lo importante que era cumplir con las expectativas, lo grave que resultaba tener que dar la cara por mí en el colegio, la decepción que sentían él y mi madre ante tan desastrosos resultados. Ah, pero para eso estaba él, ¿cómo podía ocurrírseme que todo esto quedaría impune?

No, señorita, en esta casa hay reglas. Aquí no puedes hacer lo que se te dé la gana. Si quieres derechos, tendrás que cumplir con tus obligaciones y, como sabes bien, una de ellas es estudiar y esforzarte para cumplir en la escuela. Ni siquiera te exijo calificaciones de excelencia, que debería porque es lo único de lo que debes preocuparte, pero no lo hago.
Caramba, es increíble que tenga que estar detrás de ti, eres toda una señorita y aquí tenemos que tratarte como si fueras una niña pequeña. Pues bien, a las niñas pequeñas se les corrige con unas buenas nalgadas, así que... 

Ojalá todo hubiera quedado en unas nalgadas. Las marcas que dejó el cinturón sobre mis nalgas, tardaron en desaparecer varios días. El dolor, vaya sensación, el roce de la ropa era una tortura, ya no hablemos del momento de sentarse y, peor aún, del tiempo que tenía que permanecer en dicha postura. 

Todas las vacaciones las dediqué a estudiar. Tuve que hacer todo lo que no hice durante el semestre. Papá, personalmente, se encargó de llevar el control de cada materia y, de manera semanal, hacer una revisión con el consecuente castigo: una buena cueriza que ayudará a que jamás vuelvas a olvidar tus obligaciones, señorita. 

*. *. *. *. 

Hoy estoy feliz (y mis nalgas también), estoy ansiosa por llegar a casa y entregarle a papá la boleta de este semestre, estoy segura que estará muy contento. 

¡Mira, papi, por fin entregaron calificaciones!

Se acomodó los lentes, comenzó a leer materia por materia y sonrió. Uffff, respiré aliviada y sonreí también. 

Estudiar y comprometerse da buenos resultados, te felicito por ello, mi niña. Sin embargo, ¿me puedes explicar por qué tienes 4 faltas en historia?

YoSpankee 

1 comentario:

Lau dijo...

Ay Lau me siento tan identificada contigo incluso ahora que estoy en la universidad aveces no me esfuerzo y por eso tengo claro que esta semana me llevare unos buenos regaños (ojala solo sean regaños) por parte de un amigo con quien estoy viviendo en cuanto vea mis calificaciones no creo que le guste nada que tenga materias con calificaciones bajas