lunes, 12 de abril de 2010

Alcanzar las estrellas...

Estaba esperándote, no sabía lo que me esperaba a tu lado... pero no sólo en ese momento sino para toda la vida. Al conocerte quedé impactada por tus bellos ojos y tu tierna sonrisa, jamás imaginé que todo iría más allá de una cita, charla interminable por interesante y divertida, sonrisas traviesas y la noche en un hotel de paso.

Al comenzar todo era fantástico y nuevo, después se fue convirtiendo en un cúmulo de aprendizaje aplicado que hoy es una hermosa realidad que compartimos y disfrazamos de cotidianeidad.

Yo no sabía de lo que se trataba y de a poco me fuiste introduciendo en éste maravilloso mundo. Soy un spanker, me dijiste y pudiste notar el brillo de curiosidad que destellaba en mis ojos. Mi sonrisa completaba esa expresión que tanto te gusta. - Dime más-. Te pedí y me reacomodé en el sofá con el cojín en mis piernas y la mirada fija en tus labios.

Dijiste que podrías decirme mil y un palabras pero que no serían lo mismo si yo no decidía probarlo. Yo me sentía tan segura junto a ti que accedí de inmediato, no sin que me advirtieras que era algo distinto y fuerte. Apostabas a que yo era una spankee nata, en ese momento yo no sabía lo qe significaba pero hoy te concedo toda la razón.

Comenzaste explicándome paso por paso en lo que consistía la práctica del spanking, me presentaste a los principales exponentes del spank escrito, tanto en inglés como en español. Me mostraste páginas web y blogs de contenido bdsm y spanko y te emocionabas al notar el interés que yo mostraba. Lo sorprendente es que el interés era real, cada detalle, cada imagen y cada texto que me dejabas como tarea leer y darte mis comentarios al día siguiente, eran una llave mágica a un mundo que yo desconocía pero que de a poco me iba ganando más y más en necesidad, curiosidad y deseo.

Después de la generosa introducción a todo lo que implica el mundo spanko por fin llegó el día de la primera sesión. Habíamos acordado previamente una palabra de seguridad, me advertiste que solo debía utilizarla en caso de que el castigo fuera verdaderamente insoportable... La cita era en tu departamento y yo estaba ansiosa por probar aquello de lo que habíamos estado hablando los últimos días...

Sé puntual, fue la única instrucción que me diste el día anterior. Los detalles ya los habíamos comentado, yo llevaría una faldita a cuadros, calcetas blancas a la rodilla, zapatillas negras, blusa blanca con una corbatita y saco azul. Como colegiala traviesa...

En cuanto te lo indique vienes y te recuestas sobre mis rodillas. Comenzaré con azotes suaves sobre la ropa y conforme pase el tiempo aumentaré la fuerza, la velocidad e iré quitando prendas. ¿De acuerdo?.

No sabría cómo describir el montón de emociones que subían y bajaban, iban de un lado a otro y me tenían en un tipo de ansiedad que me provocaba excitación y deseo de ti. Pero eso vendría después. Estaba tan  abstraída en mis pensamientos que no escuché el momento en el que me llamaste para que tomara la posición... salí de ellos en cuanto te pusiste de pie y tomándome de la oreja comenzaste una regañina que, si bien no era parte del plan, me encantó desde el inicio y creo que fue parte fundamental de esa 'primera experiencia'.

De pronto me encontraba en una situación por demás desconocida... con la mirada clavada en la duela del piso y mis manos aferradas al edredón de la cama en la que te sentaste para aplicar el castigo, unas cosquillitas surgían de mi entrepierna y algo como miedo me daba vueltas en el estómago. Tú acariciabas mis nalgas mientras me decías que ésta era una lección que debían haberme dado desde pequeña, que mis continuos sobresaltos, caprichos y berrinches por fin verían las consecuencias. Sin esperarlo sentí el primer azote, no dolió mucho en realidad pero me sacó de mis cavilaciones.

Al primero siguieron una centena más y levantaste la faldita. La acomodaste con parsimonia doblándola sobre la cintura y no desaprovechaste la pausa para decirme que merecía el castigo y que de ahora en adelante tú te ibas a encargar de mi educación. También preguntaste en un susurro cómo me sentía y si estaba bien, asentí y continuaste. Ésta vez los azotes dolían un poco más pero por alguna razón yo deseaba que fuera así, que continuaras más y más fuerte porque en realidad asumía mi papel de niña mala.

No sé cuánto tiempo pasó pero sé que terminé con las bragas en los tobillos, lágrimas bañando mi rostro, la cola roja y a punto de un orgasmo que te encargaste de llevar a buen fin...

Desde entonces no dejas pasar ni una oportunidad para, como me dijiste, hacerte cargo de mi educación y de paso guiarme en el camino a alcanzar las estrellas...

Yo Spankee

1 comentario:

Anónimo dijo...

hola, ya se te extrañaba, especialmente este tipo de post, siempre tan ricos.

lindo dia