jueves, 21 de enero de 2010

Estresada

La jornada ha sido larga, estar en la oficina soportando a clientes irracionales y estúpidos es una de las cosas que tiene como consecuencia mi labor como creativa dentro de una empresa de comunicación y medios... A veces los clientes no saben lo que quieren y viven pensando en que los creativos contamos con una varita mágica para solucionar sus problemas...

En realidad no es que me queje de mi trabajo, simplemente que a momentos el estrés se acumula y yo no encuentro manera de liberarlo de alguna forma que no me traiga consecuencias desastrozas para más adelante... Esa noche especialmente estaba de muy mal humor, conducía a casa de manera descuidada y a ratos imprudente con tal de llegar pronto y descansar. Pensaba en la posibilidad de un baño de tina, un poco de sales y quizá hasta burbujas... mi disco favorito de jazz, un cigarrillo y una copa de tinto...

Una luz intensa me cegó por un momento en el que tras un volantazo detuve el auto. Me acababa de pasar un semáforo en rojo, estuve a nada de impactarme contra otro automóvil al que esquivé afortunadamente. Respiraba de forma agitada cuando luces azules y una sirena me devolvieron a la realidad... 

  • - Baje del auto, señorita. Venía usted a exceso de velocidad y se pasó un alto.
  • - Pero oficial, yo...

No tenía escapatoria, cualquier pretexto que pusiera no me iba a librar de la infracción, además parecería estúpida si intentara engañar al policía que estaba atrás de mí justo cuando, sin fijarme, me fui de largo sin importarme la luz roja.

  • - Muéstreme su licencia para conducir...

¡Rayos! Está vencida. Había planeado renovarla hace un par de meses pero entre el trabajo, los compromisos, esto y aquello, olvidé hacerlo... 
Tímidamente saqué mi bolso y con nerviosismo le entregué la tarjeta que de inmediato fue revisada y el vencimiento notado. Pude notarlo por la expresión en el rostro del policía y la sonrisa burlona que intentaba ocultar de manera fallida.

  • - Señorita, éste permiso está vencido. ¿Sabe usted que con la falta cometida y esto se está haciendo acreedora a varias sanciones? Voy a tener que remitirla a la delegación.
  • - Pero oficial, ¿no es suficiente con que me levante la infracción? le prometo que mañana mismo renuevo la licencia. Por favor.
  • - Lo siento, en unos minutos llega la grúa para llevarse su auto y usted se va conmigo en la patrulla, por favor no se resista o será peor...

Me sentía fatal, desde el asiento trasero de la patrulla me concentré en observar la mirada dura y la expresión seria en el rostro de ese oficial, calculaba que tendría unos 35 años, alto, cabello negro ligeramente rizado y muy corto. Ojos color miel y labios carnosos...

  • - En cuanto lleguemos le van a permitir hacer una llamada, espero que sepa aprovecharla porque, con todo respeto, no me agrada la idea de que una jovencita como usted  pase la noche en las celdas de la delegación.

Ni un músculo de su rostro se alteró en cuanto dijo esas palabras, pero desde el principio noté que me miraba de una forma especial, diferente tal vez. Sin embargo yo iba también muy preocupada porque no tenía a quien llamar, o sí pero no quería llamarlo a él, no quería que se enojara conmigo. Sin darme cuenta ya estábamos en la delegación y de pronto me encontraba temerosa, dudosa y con la necesidad de marcar un número telefónico que sin querer bailoteaba en mi cabeza, finalmente me animé a marcarlo.

  • - Diga
  • - Esteeee, ho... hola mi amor, ¿cómo estás?... ejem...
  • - Hola, cielo... muy bien. Te estoy esperando desde hace una hora... ¿todo bien?
  • - Mi amor, esteee... no te enojes, mira... lo que pasa es que estoy en la delegación... sin querer me pasé un alto y... 
  • - ¿En qué delegación?
  • - Amor, no te enojes es que...
  • - Contesta ¿en qué delegación?

El tono que ocupaba no dejaba lugar a ningún tipo de explicación así que rápidamente asumí mi papel de culpable y me limité a dar los datos que me solicitaba.

  • - Voy para allá.

No pasó mucho tiempo hasta que por fin un guardia de seguridad abrió la puerta de la celda en la que me encontraba encerrada. Él estaba de pie junto a  un escritorio. Hablaba por teléfono y me miraba de reojo con esa expresión que conozco perfectamente. A su lado permanecía, también de pie, el oficial que me detuvo... me miraba pero él lo hacía fijamente aunque con la misma dureza.

Con paso lento y frotándome los brazos para calentarme un poco, avanzaba en dirección a ellos. De pronto él cuelga el teléfono y me abraza cariñosamente, me suelta y tomándome por los hombros me pide que le explique lo que pasó y mientras lo hace voltea a ver al oficial como si hubieran acordado algo previamente. Traté de ser lo más concreta que pudiera pero tan solo abrí la boca comencé a balbucear de manera incoherente, tartamudeaba y comencé a llorar. Por alguna razón me sentía como una niña pequeña a la que regañan y están a punto de aplicar algún castigo.

  • - Cálmate amor, no tienes por qué llorar si sólo te estoy pidiendo que me expliques cómo se dieron las cosas... ¿o quieres que te dé verdaderos motivos?...

Al escuchar lo último me limité a abrir los ojos de manera exagerada, sentí cómo me sonrojaba rápidamente y volteé a ver al oficial que parecía estar muy divertido con la escena. 

  • - Nnno, por favor... es que estoy muy nerviosa... ¿podríamos charlar en mi casa... en privado?...

La verdad es que estaba un tanto avergonzada pues conozco la forma en la que más tarde habríamos de solucionar el percance. 

Desde antes que él se mudara a mi ciudad para poder estar más cerca de mí, manteníamos una relación de disciplina doméstica... los malos entendidos, los olvidos y hasta mis continuos berrinches eran castigados de manera severa con azotes en las nalgas. Éramos (somos) eso que llaman una 'pareja spanka'. Cuando trabajo demasiado, cuando me encapricho con algo o cuando me descuido a mí misma las nalgadas no se hacen esperar... Cuando incumplo con mis deberes, cuando llego tarde o cuando rompo alguna regla, ni qué decir.

En el momento en el que hice a un lado (no literalmente) al oficial, éste se aclaró la garganta y me dijo que no me preocupara, que mientras me portara bien y fuera una niña buena nada iba a pasar. No puedo imaginar la cara de sorpresa que habré puesto cuando me hablaba con el lenguaje típico de un spanker. Ellos sonreían y se miraban con aires de complicidad... Asentí con la cabeza gacha y no me imaginaba las razones por las que el policía conocía nuestro secreto. 

  • - Agradece al oficial por lo que hizo por ti. Gracias a él pudiste salir de inmediato, hubieras tenido que dormir aquí, mi amor.
  • - Gra... gracias oficial...
  • - No tienes que agradecer jovencita, sólo trata de portarte bien y no habrá más castigos...

Salimos de la delegación con el sonriente policía observándonos. Afortunadamente cada uno iría en su propio auto, el oficial también movió sus influencias para que no metieran el mío al corralón. Al llegar a mi casa él ya estaba recargado en su auto esperando a que yo bajara. Sin mediar palabras entramos...

  • - ¿Quieres un café, corazón?
  • - No, lo que quiero es que me expliques la razón por la que pones en riesgo, no solo tu vida, sino la de otras personas... ¿Qué pensabas?... 
  • - Es que yo... déjame explicarte...
  • - Eso es precisamente lo que quiero que hagas... ¡HABLA!

Mientras esperaba a que comenzara a hablar se quitó el saco, dobló las mangas de su camisa y jaló una silla al centro de la sala. El miedo se iba apoderando de mí lentamente y una extraña sensación me recorría desde el estómago hacia todos lados... Yo hablaba y le decía que estoy muy estresada, que el exceso de trabajo me pone mal, que los clientes, que iba distraída y...

  • - Dame una sola razón por la que no deba castigarte ahora mismo... si no la tienes asume la posición...
  • - Te amo.- le dije mientras me inclinaba sobre sus rodillas.

Sobó un poco mis nalgas sobre el pantalón y presionaba mi espalda a la altura de la cintura, lentamente levantó la mano...

  • - Yo también te amo...

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Yo Spankee

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1 comentario:

Anónimo dijo...

Ya un rato sin leerte asi, gracias porel relato, estuvo genial.

Saludos