jueves, 30 de julio de 2009

Hey!

Yo Spankee aquí sigue pero la cabeza no le da para más... quizá haga falta que algún spanker presione un poco para que yo por fin agarre las riendas de mi vida y tenga un poco de disciplina para cumplir con mis deberes...

Nah!... es bien sabido que yo no actúo en factor de las nalgadas recibidas, lo cierto es que algo anda fallando en mi día a día, nada de qué preocuparse... pero espero seguir con este proyecto que tantas cosas buenas me ha dejado... además de lagrimitas e incomodidad al sentarme...

Por lo pronto espero ansiosamente el día 8/8... sí, sí... ya saben... día del spank!... solo por querer... y por darle el gusto en su cumpleaños a cierto spanker que... en fin, luego les cuento porque paso de carrerita, si no luego me regañan por no cumplir con las ordenes del médico =P

Yo Spankee

.

jueves, 16 de julio de 2009

En silencio...

Con un poco de dudas optó por asistir a la reunión. La cita era a las 8:00 p.m. aún era temprano y le daría tiempo de darse un baño de tina con toda la comodidad necesaria para relajarse y perder el miedo a encontrarse con él.

Desde tiempo atrás había notado la forma en que la miraba, la forma en que se le acercaba y el tono de voz con el que le hablaba, siempre con respeto pero con un dejo de coquetería masculina a la que hasta el momento se había resistido aunque hubiera querido no.

Abrió la llave del agua caliente, posteriormente la templó con la fría y mientras el vapor llenaba el cuarto de baño comenzó a quitarse la ropa deslizándola suavemente por su cuerpo. Era una chica joven y hermosa pero con altos niveles de inseguridad sobre sí misma. Totalmente desnuda se sumergió lentamente hasta quedar solo con el rostro fuera del agua, la música de fondo que puso desde la habitación la animaban a relajarse mientras por su mente iban y venían los recuerdos de cada encuentro que había tenido con él.

Hacía poco más de un año que los habían presentado en aquella reunión, en el momento en que sus miradas se cruzaron por primera vez una chispa de electricidad brilló y desde entonces no pudo dejar de pensarlo. En aquel momento ella iba acompañada por Antonio, su novio; sin embargo la relación estaba perdiendo todo el encanto y a los pocos meses terminaron con acuerdo de ser amigos. Jamás volvió a saber nada de él.

Las suaves notas de piano y saxofón del blues de fondo la arrullaban y los recuerdos la envolvían con mayor fuerza. - Ernesto Mendoza... a sus pies señorita- Jamás olvidaría esos ojos que la miraron de una forma que ella pensó era su imaginación pero que confirmaría después que lo que había detrás era 'deseo'... 'pasión'... 

En repetidas ocasiones se encontraban en reuniones pues su círculo de amistades era casi el mismo pero ella siempre buscaba algún pretexto para no coincidir, no charlar... para huir. Él por el contrario la buscaba e intentaba topársela aunque fuera por 'accidente' y fue de esa manera que consiguió convencerla de salir a tomar un café primero, una copa después... a cenar más adelante y finalmente a asistir como su acompañante a esta reunión.

Se trataba de algo por completo informal, nada que ver con las fiestas elegantes y llenas de protocolo a las que regularmente asistían ambos por compromiso, por cuestiones familiares y por cumplir con ciertas normas de sociedad a las que ambos debían ceñirse más por obligación que por gusto. Según le había comentado Ernesto sería una fiesta de cumpleaños sorpresa para uno de sus amigos y se llevaría a cabo en el departamento de otro de ellos... 

Sin darse cuenta el tiempo había pasado y debía apresurarse para estar puntual. Rápidamente salió de la tina, se secó el cuerpo con sumo cuidado, se vistió y arregló. Ernesto llegó en punto de las 8 y la sorprendió con un ramo de flores y un beso en los labios que ella respondió tímidamente. Metió las flores en agua, tomó su saco y salieron rumbo a la fiesta... en el camino la charla fue divertida y estuvo llena de coqueteos y bromas...

Legaron al departamento de Adrián, el amigo de Ernesto y las luces ya estaban apagadas, al llegar fueron conducidos a la cocina para esperar el momento en que el festejado llegara para poder gritar ¡sorpresa! y entonces sí a divertirse. Les tocó en el rincón junto al refrigerador, él atrás y ella pegando su cuerpo para ocupar el menor espacio posible... De pronto la mano de Ernesto se deslizaba despacio... tocaba su cintura, sus caderas, sus piernas... y ella se limitaba a contener suspiros y darle suaves golpes en las manos a lo que él le susurraba al oído: Te vas a arrepentir de esto... y le mordisqueaba la oreja...

- Ahí viene, ahí viene...-
Silencio...

¡¡¡SORPRESA!!!

La fiesta comenzaba con gritos, risas y gran algarabía... ella se estaba divirtiendo porque nunca había asistido a algo parecido, siempre las formalidades, las cosas superfluas que tanto odiaba pero que eran al mismo tiempo lo único que conocía. Entre bromas, chistes, anécdotas y risas transcurrió la noche hasta que Ernesto, en un rincón de la sala comenzó a besarla frenéticamente... la abrazó apretándola fuerte contra su cuerpo... en ese momento ella sintió la dureza en cierta parte y la ansiedad la invadió... quería en ese momento ser suya... quería que sus cuerpos se hicieran uno... quería que la tomara y se lo dijo al oído...

No podían irse de la fiesta aunque eran ya pasadas las 4 de la mañana, tardarían mucho en lo que daban explicaciones y se despedían de todos... mejor, Ernesto la tomó de la mano y con expresión pícara en el rostro la condujo hacia las habitaciones - Ésta es la de visitas, le dijo... 
La puerta se quedó entre abierta y ello se dedicaron a besarse apasionadamente... la lujuria los envolvía pero procuraban hacer todo en el mayor silencio posible... cada beso, cada caricia era un reto por evitar hacer cualquier ruido... 

Se metieron bajo las sábanas de la cama... sus manos ansiosas se movían de un lado a otro, sus labios chocaban salvajemente y sus dientes también hacían cierta labor... Ella se dio cuenta que a momentos los movimientos de él eran un tanto bruscos... le jalaba el cabello, le apretaba la mandíbula y le susurraba cosas al oído... Le decía que era una lástima no poder tomarla como él quisiera en ese momento... ¡Bésame!... Yo debería enseñarte como dejar de ser una niña presumida y apretada... Ella no entendía muy bien pero tampoco le importaba hacerlo... la pasión se desbordaba y solo se detenían a ratos cuando algún gemido, beso o palabra era más fuerte de lo que se estaban permitiendo para no ser sorprendidos por alguno de los invitados o por el mismo dueño del apartamento...

Las manos de Ernesto se movían ágilmente e iban de dentro de los pantalones de ella hasta debajo de su blusa... de pronto el pantalón fue jalado fuertemente hasta quedar debajo de las nalgas... Ernesto lo hizo para poder tener mayor movilidad... sumergía su mano por todos los rincones, la besaba, la mordisqueaba...  De pronto y sin previo aviso le volteó... comenzó a besarle la espalda... el cuello... le estrujaba las nalgas con tal fuerza y a los dos les costaba trabajo reprimir los jadeos... 

Ella estaba extasiada pero al mismo tiempo preocupada porque los fueran a descubrir.. en eso escuchó deslizarse el cierre de los pantalones del hombre que deseaba fuera suyo para siempre... con los ojos cerrados y apretada la mandíbula sintió cómo sus bragas eran removidas de su sitio y el miembro erguido de Ernesto buscaba introducirse hábilmente... con una mano Ernesto se ayudaba para penetrarla por detrás y con la otra le acariciaba a ratos la cara, el cuello, el cabello o los pechos por dentro del sostén... Cuando consiguió su objetivo comenzó a empujar con fuerza... embestía una y otra vez... Ella por su parte colocó las manos sobre la pared a un lado de la cama... apretaba más la mandíbula y leves suspiros se escapaban de su garganta...

Ahora la otra mano de Ernesto se paseaba por las nalgas de ella de arriba a abajo, de un lado a otro hasta que envueltos en el juego abrió la palma, separó la mano lo suficiente y la estampó sonoramente en el trasero de la chica que dio un respingo y...

- Ernesto... Karla... ¿son ustedes?....

.

miércoles, 1 de julio de 2009

Guillermo

Llegaste sin previo aviso a llenar mi vida con detalles que nadie más había tenido... yo, la spankee oculta entre arbustos de vergüenza se encontró contigo en el momento en el que decidiste que merecía un castigo por mi mal comportamiento. A partir de entonces nuestros encuentros han cambiado... son mejores y sin punto de comparación existente... son perfectos.

Recuerdo el día que me integré al equipo de redacción del rotativo local más importante y exitoso del momento. Tu actitud seria y a ratos indiferente no hacía más que llamarme la atención. Recuerdo que podía pasarme horas mirándote a través del cristal que te separaba del resto de columnistas. Yo comenzaba en aquel tiempo a escribir notas cortas y relatos divertidos que por casualidad fueron leídos por alguno de los dueños del periódico y de inmediato me integró, mero capricho del Sr. Campuzano. Jamás olvidaré el gesto de disgusto que no te preocupaste por ocultar cuando me presentaron ante ti y te pidieron darme un espacio tanto en la impresión como en la página web y en las instalaciones.

El escritorio del fondo, me señalaste con cierto desdén. Te agradecí y sonrojada, además de un tanto molesta, me dirigí al lugar que me habías indicado mientras me dirigías una sonrisa burlona como diciendo: No sabes con quién te has metido...

El Sr. Campuzano es amigo de mi padre, un día me los encontré en un restaurante mientras corregía uno de mis escritos que fue de interés inmediato para don Carlos. 

- Con que eres escritora. Me dijo.

Sonrojada le contesté que sí pero que era como hobbie. Mi padre comenzó entonces a decirle que yo era muy modesta, que mis escritos habían sido ya publicados en distintos sitios con singular éxito pero que yo me exigía demasiado. Don Carlos insistió en que le enviara algunos de mis trabajos, intercambiamos cuentas de correo electrónico y nos despedimos con la promesa de mantenernos en contacto.

Debo decir que me cuesta trabajo reconocer cuando hago algo bien, sí, tú ya te encargaste de que no olvide que está mal menospreciar mi trabajo, lo sé. Pero ante la insistencia de mi padre y de don Carlos no tuve mayor opción y él quedó encantado con mis escritos. Exagera, pensé. Pero a la semana que le envié el material me citó en su oficina... la que está atrás de la tuya. La charla comenzó amena y hasta graciosa, me dijo que me quería dentro de su equipo y que el señor Guillermo, tú, estaría feliz con mi trabajo. Creo que se equivocó. 

Tú me veías como la chiquilla que juega a ser escritora, la que se aprovechó de la amistad de su padre con el dueño del periódico para colarse a las filas de tan reconocida publicación. No era así... o sí pero jamás con esa intención. La tendencia artística y cultural que tenía el periódico me parecía perfecta para explayar mi vena de escritorcilla y literata en proceso de aprendizaje... Era MI oportunidad pero eso a ti no te gustaba y siempre encontrabas un pero a todo lo que hacía.

- Srita. Aguilera, acompáñeme a mi oficina por favor.


El tono que solías utilizar me provocaba una mezcla entre coraje, miedo y ganas de ahorcarte por amargado, por prejuicioso y por esos ojos café claro que desde el primer momento que los vi me hicieron sumergirme en una burbuja de sueños y fantasías de los que jamás te enteraste hasta que...

Vestías siempre de traje y corbata, generalmente en colores oscuros que endurecían un poco más tus actitudes de jefe autoritario pero justo. Te me antojabas como uno de esos profesores de escuela estrictos y gritones. Tengo que reconocer que bajo tu guía y férrea disciplina mis escritos mejoraron y ocultamente acrecentabas la admiración que por ti sentía. Digo ocultamente porque entre pasillos y el chat interno de redacción me dedicaba siempre a ponerte apodos y decir cosas terribles de ti... bueno, lo sabes porque ese día no adiviné que estabas justo detrás del monitor de Paty, la de 'cinefilia' mientras ella buscaba algunos ejemplares pasados para la bitácora anual...

- ¿Te fijaste en la ridícula corbata de dragones que trae hoy don 'amargarito'?
- Contéstame, burra!... jajaja, ya sé... te quedaste impactada ante semejante aberración
- Ya sé, amiga... Te dije que el muy baboso me regresó de nuevo el cuento que le entregué para la edición de esta semana? Estúpido presumido!!! Lo odio.

- Lamento que mi corbata no sea de su agrado, Srita. Aguilera... me gustaría invitarla a compartir ciertos puntos en mi oficina. La espero esta tarde después de la junta de cierre de edición.


No podía creerlo cuando vi los caracteres aparecer en mi pantalla, levantarme de mi silla y verte caminar desde el cubículo de Paty hacia tu oficina. Caminabas rápido, el enojo se te notaba desde el último escritorio... el del fondo... el que me asignaste y que en ese momento encontré perfecto para ocultarme y quizá ponerme a llorar por lo que acababa de suceder. Generalmente me mostraba seria y quizá hasta arrogante ante ti y me negaba a aceptar que me vieras como una niña estúpida que proyecta su descontento a través de tontas charlas con las compañeras de trabajo.

Durante la junta estuve nerviosa, lo notaste y te esforzaste porque no pasara desapercibido preguntándome si estaba de acuerdo o lo que opinaba durante toda la reunión. Mis tartamuedeos te divertían y frente a los demás me pediste poner más atención, me humillabas y gozabas con ello. Las primeras veces agaché la cabeza y mis mejillas sonrojadas delataban la vergüenza que me hacías sentir pero de pronto algo dentro de mí saltó... pensé que no era justo que mezclaras situaciones personales con asuntos de estricta índole laboral. Mi trabajo era bueno, tú lo sabías. 

- ¿Está usted de acuerdo, Srita. Aguilera?.


Me preguntaste esperando que no supiera qué responder pero entonces una verborrea altanera y al borde de irrespetuosa se soltó en mí. Me miraste retador y sonreí triunfante. Silencio en la sala y esto fue todo. Tienen hasta el jueves por la tarde para entregar sus escritos editados correctamente.

Regresé a mi escritorio y en la pantalla de mi computadora parpadeaba el anuncio de un nuevo e-mail en la bandeja de entrada. 

DE: Guillermo V.G.
PARA: Isadora Aguilera Z.

En mi oficina, en cuanto termine la reunión. Será tarde, lo sé. Pero es URGENTE!


Vi como todos comenzaban a retirarse, las luces de los cubículos se iban apagando una a una quedando solamente las de los pasillos, mi cubículo y tu oficina. Tragué saliva, me alisé la falda, tomé las copias de mi trabajo de ésta edición y me dirigí a tu oficina. La puerta estaba semi abierta pero aún así toqué con suaves golpecitos a lo que de inmediato respondiste.

Estabas de pie bebiendo una taza de café y aflojando el nudo de la (ridícula de dragones) corbata. Sin mirarme siquiera me pediste que tomara asiento y tardaste un rato en atenderme. Yo estaba tan nerviosa que cada segundo se me hacía eterno. Las manos me sudaban y la ansiedad crecía conforme las manecillas del reloj avanzaban.

- Lamento haber leído lo de esta tarde... jamás lo esperé de usted...
- Yo, señor... mire... 
- No le he pedido explicaciones señorita... Sé que no estamos aquí para ser amigos y no me interesa caerle bien o no... ni siquiera espero que le guste mi corbata. En cuanto a su trabajo: le he dicho en muchas ocasiones que es muy bueno pero por su falta de experiencia debe pulir ciertos detalles... blah blah blah...


La regañina se me hacía eterna y yo no tenía ganas o tiempo de estar sentada frente a ti mientras me tratabas como una niña pequeña y te lo hice saber...

- Vaya!... no quiere ser tratada como una niña pequeña pero se comporta como una... ¡¡¡interesante!!! ¿No le parece?


Mis gritos y reclamos aumentaron después de tu observación y tú estabas ahí serio, inamovible, con ese gesto indiferente que solo se modificó en cuanto dejaste lentamente la taza sobre la mesita de la esquina, diste unos pasos hacia mí mientras doblabas las mangas de tu camisa como quien se dispone a hacer algún trabajo sucio. Avanzabas lentamente... yo me puse de pie y asustada retrocedí pues adivinaba tus intenciones... 

Muchas veces fantaseaba al verte llegar tan serio, tan imponente. Tantas veces sentada frente a ti en esa oficina que a ratos parecía ser la de un autoritario profesor... En varias ocasiones, cuando me devolvías mis textos con correcciones, me enfurecía y como una escena paralela en mi mente, te aventaba los papeles al rostro y tú furioso te levantabas de tu silla, me tomabas del brazo, me inclinabas sobre el escritorio y...


-¿Qué le pasa?, suélteme...
- Te voy a enseñar modales, jovencita... 
- Señor Guillermo, por favor suélteme...


Estando ahí, sobre el escritorio... con tu mano presionando fuerte en mi espalda y la otra.. bueno, mis fantasías estaban haciéndose realidad y un cúmulo de sensaciones se agolpaban en mi interior hasta que me soltaste y yo, exhausta me levanté y volteé a mirarte... estabas ahí, de pie... con el cabello revuelto por el esfuerzo de controlarme y someterme al castigo... de pronto me miraste de 'esa' forma... tierno, me atrajiste hacia ti suavemente y yo no opuse resistencia alguna. 

Vaya! Si esa oficina hablara. A partir de ese momento nos hicimos inseparables aunque mantuvimos nuestra relación laboral bajo estricto profesionalismo. Afuera todo era distinto hasta el día que te vi desocupando la oficina!!! y aunque yo sabía que sucedería me entristecí profundamente. Te habían ascendido y tu lugar ya no sería más esa oficina que nos vio nacer en esta relación que si bien no podría explicar, tampoco necesito hacerlo.

Ahora sigues corrigiendo mis escritos y pago muy caros los errores... por eso me esfuerzo cada día. Me agrada que te guste lo que hago... y sabes lo mucho que te admiro yo a ti. Esta mañana me advertiste que en el texto que te envié anoche tengo 9 faltas las cuales serán castigadas esta misma noche... No me dijiste cómo pero mi cuerpo cosquillea desde entonces... debo confesar que no he borrado el mensaje de voz que dejaste en mi buzón: ESTA NOCHE ARREGLAMOS CUENTAS, AMOR. BESOS.

* * *

Ya quiero que sea ESTA NOCHE...


Yo Spankee


.