miércoles, 3 de diciembre de 2008

Alfredo...

Con las manos en los bolsillos caminaba en dirección al hotel 'El Cid'... no era precisamente un lugar de buena fama, al contrario, pero era el lugar que ella había elegido para el encuentro. Después de un par de meses de charlas por messenger e intercambio de fantasías y deseos acordaron por fin conocerse en persona.

Era una mañana fría, ni siquiera la gruesa chamarra gris lo protegía por completo pues el aire soplaba fuerte, calaba hasta los huesos pero el deseo de tenerla frente a frente, que en realidad sería tenerla de espaldas, le animaba a no faltar a la cita. No pudo evitar acordarse del día en que ella le propuso que la nalgueara, sabía que era spankee y que estaba deseosa de sentir sus manos pero no esperaba que fuera precisamente ella quien definiera la fecha, la hora y el lugar del encuentro, lo cual lo hacía sentirse un poco nervioso. Uno nunca sabe que gente tan loca hay en este mundo, pensaba.

Alfredo tenía 41 años, esposa e hijos. Ella era soltera y aunque joven no había querido revelar su edad hasta el momento... se comportaba como una chiquilla en muchas cosas, ésta era una de ellas... pero eso la hacía divertida e interesante, ¡fresca!, la había definido él mismo.

Habían tenido un par de sesiones virtuales a través del chat, incluso los castigos que se llevarían a cabo en esa ocasión serían los que se habían ido acumulando durante las últimas dos semanas desde que supieron que se verían. Los motivos eran sencillos pero Alfredo tenía en mente reprimendas y azotes para cada uno de ellos: irse de fiesta entre semana, trasnochar y conducir en estado de ebriedad, faltar a una cita en msn y otras por el estilo. Le había anunciado que serían 20 azotes con la mano por cada falta... tenía 9 hasta el momento.

Caminaba con paso lento pues aún le quedaban 20 minutos para la hora acordada, decidió salir temprano de casa previendo cualquier percanse, no quería llegar tarde por nada del mundo. En ese momento sintió vibrar su teléfono celular, era un mensaje de ella para darle el número de habitación en el que lo esperaría. Sonrió.

Unos minutos después, tras acelerar el paso sabiendo que ella ya estaba ahí, llegó al hotel. En el lobby habían unas cuantas parejas, él simplemente subió al elevador y presionó el número 4. Habitación 412. Al llegar la puerta estaba entre abierta y tímidamente asomó la cabeza, ahí estaba ella, sonriente, nerviosa, esperándolo. Entró y cerró con seguro, la miró y notó que ciertamente no era la mujer más hermosa pero tenía cierta chispa... era simpática. Se abrazaron nerviosamente. Por ser el primer encuentro Alfredo no sabía como actuar y ella, por su parte, se movía nerviosa por toda la habitación... ya prendía el televisor, se sentaba en la cama, se levantaba, cerró las gruesas cortinas y finalmente se quedó quieta en uno de los silloncitos.

-Vamos a ver, jovencita... tú y yo tenemos muchas cosas que arreglar... ven aquí de pie frente a mí.

Ella obedeció.

-En el messenger te mostrabas muy rebelde... vamos a ver si ahora sigues igual. La tomó del brazo y le aplicó un par de nalgadas no muy fuertes. -Te dije claramente que hoy íbamos a arreglar cuentas, ¿cierto?- Esperó la respuesta pero notaba nerviosismo... de parte de ambos.

Ella comenzó a reírse... el juego había comenzado y el espíritu travieso comenzaba a salir.

-Muy bien, veo que necesitas urgentemente ese castigo que te he estado prometiendo los últimos días... Dime, ¿qué cosas tenemos pendiente tú y yo?

-No lo sé, tú eres el spanker, tú deberías saber, ¿no?. Ella se mostraba divertida, retadora e indudablemente ansiosa.

-Muy bien, vamos a ver.

Se sentó en el borde de la cama y la tumbó sobre sus rodillas mientras ella forcejeaba inútilmente tratando de evitarlo. Cuando la tuvo en posición comenzó a sobar el culo que generosamente se le ofecía... Si bien ella no tenía el cuerpo esbelto y estéticamente perfecto, sí ofrecía muy buen material para ser azotado... podía ver, aún cubiertas por los jeans, un par de nalgas grandes que se estremecían al contacto de su mano al recorrerlas delicadamente. Comenzó entonces con la azotaína.

Con la palma bien abierta azotaba de un lado y del otro, alternaba cada 2 nalgadas fuerte y decididamente. Ella saltaba a cada golpe, respingaba y se burlaba de su spanker que, sin que ella lo notara, sonreía.

-¡¡Ponte de pie y bájate el pantalón!!
-¡¡No quiero!!

¡PLAS!

Ella se desabrocha el pantalón y lo baja con enfado... Alfredo se levanta y la conduce del brazo hacia un taburete . -Apoya las manos ahí. Ella se inclinó haciendo muecas... él la azota con fuerza. Fueron muchos azotes que no se contaron pero que se notaron en el rojo trasero de ella.

-Ahora ve y ponte boca abajo en la cama. (¡¡PLAS!!) Obedece rápido, jovencita.

Con torpes movimientos por el pantalón que se le enredaba en los tobillos ella se dirigió a la cama y se tumbó como Alfredo se lo había ordenado. Apenas lo hizo los azotes comenzaron a resonar por la habitación y ella saltaba a cada golpe con los ojos cerrados apretando fuertemente los párpados pues el escozor de las nalgadas que le estaban siendo aplicadas, mas las anteriores, comenzaba a sentirse.

- ¿Trajiste el cepillo? Preguntó Alfredo.
- Está en mi bolsa.

Alfredo se dirigió al sillón que ella le había indicado con la mirada, tomó la bolsa y la puso a un costado.

-¡¡Dámelo!! .

Alfredo intentaba gritar y mostrarse enérgico pero había algo en esta chica que le provocaba cierta ternura. Ella quizá lo sabía.

Con notable fastidio abrió la bolsa, revolvió el contenido dentro y sacó un hermoso cepillo redondo de madera en color natural con cerdas de alfiler, toda una artesanía. Se lo ofreció a Alfredo en la mano y justo cuando él iba a tomarlo ella lo lanzó hacia el otro extremo de la cama... Furioso, Alfredo comenzó a propinarle una azotaina con la palma bien abierta... hábilmente la presionaba sobre la cintura con una mano y con la otra se esmeraba en dejar bien claro que no iba a tolerar ese tipo de comportamiento.

-Esa no es manera de comportarse, eres una grosera, PLAS!!! PLAS!!! PLAS!!! Tienes que aprender a ser una buena niña... PLAS!!! PLAS!!! PLAS!!! PLAS!!! Así sólo lograrás acrecentar el castigo... PLAS!!! PLAS!!! PLAS!!! Ahora, me vas a dar ese cepillo en la mano...

Ayes lastimeros se mezclaban con el ruido que hacía la mano de Alfredo al impactarse en las nalgas de ella que ya estaban muy rojas y calientes...

Ella se estiró a lo largo de la cama... tomó el cepillo y lo depositó sumisa en la mano de Alfredo que la miraba serio. Bajó la mirada y pudo ver un bulto en el pantalón de su spanker, hasta ahora no se había percatado que la excitación de ambos era muy notable. Volvió a asumir su posición, nuevamente inclinó la cabeza y cerró los ojos esperando la tunda que estaba por venir... Juntó las piernas y apretó, sentía que la humedad entre ellas podría derramarse pues estaba tremendamente encendida por dentro y por fuera... PLAF!! Un ardor distinto sobre su nalga izquierda la hizo reaccionar... PLAF!!! PLAF!!! PLAF!!! La mano de Alfredo manejaba el cepillo que ella misma había llevado para ser utilizado de esa manera... Como ardía!!!!!

Alfredo se detuvo, dejó el cepillo sobre la cama y se inclinó para quitar por completo el pantalón que dobló y depositó sobre uno de los sillones.

-Levántate. Le ordenó. Inclínate sobre mis rodillas.

La tunda con el cepillo continuó durante unos minutos más tras los cuales ella ya interponía la mano para evitar que los azotes siguieran cayendo sobre su maltratado culo. Alfredo notó que el castigo ya estaba haciendo mella en su spankee y decidió darle un respiro. Dejó el cepillo a un lado y con su mano derecha acarició las nalgas rojas y calientes, las recorrió de lado a lado, deslizó su mano procurando no lastimarla hasta que lentamente introdujo sus dedos en la vagina, ella por su parte se mantenía inmóvil y dispuesta.

Con la mano izquierda sobaba las nalgas mientras con la derecha sus dedos se deslizaban a distintos ritmos dentro de ella jugando con su clítoris y sus fluidos, yendo de adelante hacia atrás y viceversa.... Ella ya gemía y le pedía más... Alfredo también estaba muy excitado, la levantó suavemente y la acostó en la cama tendiéndose a su lado, se miraron a los ojos y se besaron apasionadamente. El beso fue mágico, ninguno de los dos hubiera imaginado llegar a ese nivel de éxtasis a través de un juego de este tipo.

Ella sabía que le gustaba el spank pero nunca imaginó que al lado de un hombre al que veía por primera vez, aunque llevaba un par de meses interactuando con él, podría alcanzar un placer así de grande y deseaba devolvérselo de manera recíproca.

Lo miró a los ojos, le sonrío pícaramente, nuevamente lo besó mientras su mano se delizaba hacia abajo y torpemente intentaba desabrochar el cinturón. Tuvo que pedirle que lo hiciera él. Bajó el cierre, deslizó los calzoncillos y miró el pene erecto y firme que por fin fue liberado de las prendas que lo cubrían. Ella comenzó a acariciarlo y divertida miró el rostro de Alfredo que mostraba la ansiedad y la excitación que sentía en ese momento... se humedeció los labios y se inclinó para concentrar su energía en darle el mejor sexo oral que jamás haya tenido... su cabeza subía y bajaba mientras los gemidos de Alfredo se escuchaban a ratos fuertes y desesperados... Con la lengua, ella acarició el miembro de su spanker y después succionó decididamente hasta llevarlo al orgasmo... justo cuando Alfredo estalló y sus músculos se contrajeron, ella se levantó y se acomodó a su lado abrazándolo.

Estaban ahí los 2, semidesnudos... ella sonriendo y Alfredo acariciándole el cabello cariñosamente... se miraron a los ojos y nuevamente se fundieron en abrazos y besos que continuaron durante toda la mañana.

Después, cada uno debió volver a su realidad respectivamente. Ella a su soltería y él a su familia que lo esperaba en casa, pero la fantasía y el placer compartidos sería algo que no se quedaría sólo ahí... habría que planear el siguiente encuentro pero ahora Alfredo quería ser quien decidiera el día, el lugar y la hora... ella también deseaba que fuera así.


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