Últimamente tengo muchas cosas que hacer, ¿será que con el tiempo libre vienen más y más obligaciones? No sé, a ratos se mueven mis prioridades y termino haciendo nada.
Alguna vez confesé mi apatía por las responsabilidades y la simpatía con la que recibo la libertad de ser, decidir y hacer... aunque, bien lo dice un gran amigo mío, con cada derecho viene también una gran responsabilidad y, es ahí justamente, donde yo me confundo, cruzo los brazos, hago pucheros y me niego a dar un paso más... hasta que me sienta cómoda con la situación correspondiente.
Sé, porque así me lo han dicho quienes me conocen, que soy una persona que raya en lo perfeccionista, a veces caigo también en lo insoportablemente exigente, sin embargo, y haciendo un análisis de mí misma, creo que hay situaciones, más de la cotidianeidad doméstica, que hacen que yo misma no crea lo que se dice de mí.
Trataré de explicarme.
En lo que se refiere a mi trabajo, y cualquier aspecto de mi vida profesional, soy apasionada, exigente, ordenada y terriblemente mandona... Dice mi papá que, si algo vale la pena hacerse, vale la pena hacerlo bien... Pero yo, en casa, con mis amigos, con mis actividades, llamemosle personales, soy un caos con patas... A veces pienso que no pierdo la cabeza porque la tengo pegada al cuello... ¡Caray! y, ahora, con tanto tiempo a mi disposición, me he llenado de 'cosas que hacer', tenía (tengo) tantos pendientes a los que prestar atención... pendientes que, por cierto, están en esa carpeta porque el trabajo no me permitía sacarlos de ahí.
Cada día es una nueva oportunidad, lo tengo bien claro... pero mi memoria, mi energía y mis eternos pretextos no cooperan para que yo, preocupada como estoy, ponga los puntos sobre las íes y, por fin, haga lo que tengo que hacer.
Esta semana tengo un par de metas a conseguir... por un lado debo terminar un relato que tengo pendiente para un concurso de estos lares... y por otra parte debo terminar con esa ilustración para la portada de una revista (vainilla, no se emocionen)... pero temo caer en alguna de mis típicas distracciones y quedarme en el intento... Así se lo hice saber a mi novio/spanker quien, testigo de mi inconstancia, se ha servido de ello como pretexto para amenazar con 'la tunda de mi vida' en caso de incumplir.
Acepté el reto.
No negaré que me atrae la idea de tentar a mi suerte pero no voy a caer en el jueguito de que, lo único que me mantiene a flote en cuanto a mi capacidad de compromiso, se vaya al caño... ¡eso no! Así que, queridos amigos spankos, tendré que ponerme las pilas y trabajar estos días para dejar de sentirme como adolescente que se abstrae y huye de sus obligaciones. Lo otro, 'la tunda de mi vida', ya encontraré la manera de conseguirla de todos modos... (GUIÑO).
Yo Spankee.
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