lunes, 28 de diciembre de 2009

momentos...

Es terrible cuando no existe la posibilidad de dar rienda suelta a la pasión y éxtasis de unas buenas nalgadas... con el culo al aire y las manos del spanker rasguñando la piel y el riesgo de ser escuchados... la necesidad de sentir el impacto de piel con piel... la frustración de un plan mal armado... el aplazamiento de castigos y sentencias...

... para la otra será... y ojalá te portes bien porque si no el castigo será verdaderamente ejemplar...


Yo Spankee

viernes, 18 de diciembre de 2009

No quiero...

De verdad que no quiero que termine este 2009 sin haber agradecido lo que soy y lo que tengo... En octubre se cumplió el primer año de este blog... ahora ya son 2 meses más y yo sigo aprendiendo, deseando y soñando cada noche con unas buenas nalgadas...

YoSpankee fue un proyecto nacido del corazón... no es la parte erótica o sexual (que no por ello menos importante) del spanking... sino la parte de emociones, sensaciones, deseos y fantasías de una chica que un día decidió enfrentar todo esto que jamás se imaginó poder hacer realidad. De pronto decidí que sería bueno plasmar lo que me corroe por dentro a través de un blog... además así contribuiría un poco en cuanto a los blogs en español con respecto a este tema...

No es nada extraordinario aunque agradezco los comentarios, críticas y opiniones acerca de lo que hago con este espacio que, ustedes lo saben, es también suyo... creo que he dejado abierta la posibilidad de que alguien más participe, las colaboraciones son bienvenidas... así que no dejen de enviar lo que deseen expresar...

Por cierto, debo aclarar que no hay un espacio vacante para un YoSpanker... ese quedó cubierto por un lindo spanker español con el que mantuve durante un (breve) tiempo comunicación a través de msn y correos electrónicos... Si tuviera que decir que encontré mi alma gemela spanka... ese sería él... Querido *** espero que tu vida vaya de lo mejor... y no miento al decir que te extraño...

Otra cosita que ha surgido como tema de conversación con algunos spankos con los que me he encontrado en este, temible pero delicioso, mundillo es que YoSpankee no es una autoproclamación como 'la mejor'... aunque hay quienes dicen que lo soy.. jeje... simplemente es la creación de un personaje oculto tras una persona que gusta de los placeres de recibir una que otra tunda por malportada, caprichosa y rebelde. Quizá es que YoSpankee podemos ser muchas personas... yo... la que escribe, soy portadora de experiencias que muchas veces son compartidas... y no lo digo porque nomás mis chicharrones truenen sino porque algunos(as) spankees me lo han hecho saber a través de sus comentarios...

Ser spanko no es nada fácil... a ratos tenemos que torear las situaciones para no mezclarlas con lo vainilla que hay en nostros... la familia, los amigos y a veces hasta la pareja son parte de la 'otra' realidad... la que no nos permite ser nosotros mismos... pero acá... acá todos somos iguales... Es hermoso este mundo en el que no existen los prejuicios, las diferencias... a veces ni la edad... Quiero creer que estoy dentro de esto que tanto soñé... quiero creer que estoy tan dentro que no saldré de aquí jamás... así que uno de mis propósitos será que, pase lo que pase, éste blog seguirá activo contando todo lo que sucede a mi alrededor... todo lo que siento y todo lo que soy...

YoSpankee

viernes, 4 de diciembre de 2009

Otra primera vez...

Debo confesar que estaba a punto de terminar de escribir 'otro' post y de repente sentí la imperiosa necesidad de cambiar de tema... abandoné el anterior y comencé éste con la ansiedad que me caracteriza cuando de decir lo que pienso/siento se trata...

Acabo de leer la historia de una 'primer experiencia' en cuanto a esto del spank... y sin querer recordé la mía... Creo que es una de esas clásicas 'primeras veces' en las que el nerviosismo, la incertidumbre y montones de sensaciones se dan lugar en el estómago y logran verdaderos conflictos internos que, en este caso, se terminan al sentir los primeros azotes... Pero sucede que son los primeros azotes sobre la ropa... los primeros azotes de pie... los primeros azotes en otk... los primeros en... bueno, en cualquier cantidad de situaciones distintas... y no logro decidir si aún me quedan 'primeras veces' por vivir... seguramente sí.

Lo cierto de todo esto es que estoy ansiosa porque esas nevas primera veces lleguen ya. Me he dado cuenta de que es temporada de búsqueda... los spankers con los que he estado se encuentran experimentando con nuevas personas... lo están haciendo y me da gusto por ellos pero al mismo tiempo me entra la espinita de comenzar a buscar yo también... Vaya, no hay necesidad... les he contado que mi pareja (la de a deveras... en el mundo vainilla) no es spanker pero sabe asumir y manejar bastante bien el rol cuando de jueguitos eróticos se trata.... además cuento también con uno que otro amigo spanker que no se negaría a aplicarme uno que otro método correctivo... Es decir, por nalgadas no es... más bien es esa 'cosa' de las sensaciones y mi disponibilidad para vivirlo... Oh!

Pienso en las sensaciones... realmente me emocioné al leer la participación de esta chica en un foro de tamática spanka... además lo hizo por órdenes del spanker que fue el encargado de introducirla a la práctica real del spank y... ay!!, me recordó tanto a mí misma que me dieron ganas de empezar de nuevo... Quizá no olvidando lo que ya he vivido y sé... más bien quiero vivir más cosas, aprender y crecer junto con lo que tengo y lo que soy... La envidié, lo acepto.

Es solo que a pesar de que no he olvidado la hermosa 'primera vez' que yo tuve... también tengo ganas de que otra vez me revoloteen bichitos en el estómago, que me suden las manos ante situaciones desconocidas, sufrir al estar entre la espada y la pared de una respuesta incorrecta a cambio de un castigo que promete ser tan doloroso como delicioso... Ah!

Muero de envidia, lo acepto... así que tendré que esforzarme por renovarme... por cambiar mi actitud ante las situaciones spankas y quizá, sin necesidad de cambiar de spanker pueda yo volver a tener una que otra MEJOR primera vez y seguir siendo yo...

Yo Spankee

lunes, 16 de noviembre de 2009

Switch! Parte 2. La venganza

Inmediatamente después de que le solté las manos de detrás de la espalda y quité la venda de los ojos... la reacción fue meramente pasional... Besos, caricias, piruetas en horizontal sobre la cama... La sensación de libertad le hizo actuar y apoderarse de mis emociones tal y como a él le gusta hacerlo...

Mi cuerpo fue recorrido, acariciado, apretado por sus manos sin que un solo centímetro de piel quedara excento... También los besos hicieron lo suyo y la noche transcurrió entre amor, salvajismo y placer para ambos...

La forma en que me toma siempre me hizo suponer que lo que hice antes tendría justamente las consecuencias que yo andaba persiguiendo... Le gusta tener el control, ser quien decida qué y cómo... castigar mis actitudes aniñadas y ser el fuerte en todo momento...

Me encanta haberte encontrado sin siquiera perseguirlo... me encanta que me domines y desapruebes mi(s) atrevimiento(s)... Adoro provocarte para que reacciones justo como me gusta.. con fuerza, con pasión, con poder...


Después de varias horas de jugueteo ambos quedamos exhaustos y en consecuencia dormimos hasta la mañana siguiente en la que desperté y él no estaba en la cama... lo llamé y respondió desde la otra habitación pidiéndome que fuera allá. Sin dudarlo me levanté de la cama y obedecí sin imaginar que la sentencia dada la noche antes, estaba a punto de ser ejecutada... AUCH!

Empujé la puerta que estaba entre abierta y apenas entré me tomó del brazo con fuerza y decisión, se sentó en el borde de la cama, me tumbó sobre sus piernas y comenzó a azotarme... Antes sólo me puse la pijama que había quedado tirada en el piso... obviamente ésta no ofrecía protección alguna así que el impacto de su mano sobre mis nalgas era casi absoluto... la fuerza era tal que a cada nalgada yo saltaba y mi cola se contraía involuntariamente pues realmente dolía mucho.

Los regaños consistían en 'te lo adverti', 'te pasaste de lista', 'te dije que lo pagarías muy caro', 'ahora vas a aprender quien manda'... y frases por el estilo en las que dejaba ver que su ego masculino estaba herido y que no me perdonaría tan fácil lo que hice. Mis nalgas ardían y mis argumentos se traducían en bablbuceos mezclados con gritos de dolor y un par de lagrimitas que amenazaban con escapar de mis ojos mucho más rápido de lo que me imaginaba.

De pronto y sin que yo pudiera evitarlo, el pantalón del pijama terminó en mis muslos y en consecuencia la desnudez de mis nalgas que me dejaba tan vulnerable... tan castigada, tan SPANKEE. Recobré rápidamente el rol que jamás debí abandonar.

Al principio yo pensaba que había valido la pena... que el castigo que recibiría sería tan merecido como tan disfrutado fue el motivo. En el momento de sentir la primer nalgada, piel con piel ,mis lágrimas comenzaron a fluir de manera lenta pero constante, el ardor era demasiado, la fuerza de los azotes me hacía estremecer y suplicar que se detuviera, que no lo volvería a hacer nunca más, que me portaría bien y obedecería en todo lo que él me pidiera.. (ja! promesas de spankee...)

No sé cómo no lo había notado pero los instrumentos que utilicé para el jueguito de la noche aterior estaban ya dispuestos en el buró para ser utilizados ahora en mí... Tampoco recuerdo qué era exactamente lo que pasaba por mi cabeza pero sabía que el castigo no iba ni a la mitad. El arrepentimiento comenzaba a guiñarme el ojo para que hiciera migas con él... mi cuerpo se estaba resistiendo a pagar por lo que horas antes se había ganado.

No creo que haya sido mucho tiempo, ni siquiera podría aventurar un cálculo pero probé la tabla, la vara y el cinturón que estallaba con fuerza sobre mis, ya calientes y enrojecidas, nalgas. El silbido de la vara quedó grabado en mi memoria como preámbulo de la cuenta de 20 en voz alta seguida de un 'estoy arrepentida, no lo volveré a hacer'...

Al final hubo abrazos, besos y consuelo que no incluyó sobada en las nalguitas... para que jamás olvide quién es quien... para que jamás olvide que soy...

Yo Spankee



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miércoles, 28 de octubre de 2009

Switch! Parte 1.

Siempre me ha emocionado la idea de ser spankee, lo he vivido y además es mi naturaleza inicial... pero también había tenido la curiosidad por probar el otro lado, por experimentar ser YO la que tuviera el poder en las manos (literalmente...ja!)... 

Ahora puedo decir que lo he probado, fui spanker por una vez y debo decir 2 cosas importantes:
1. Me encantó
2. Pagué muy caro mi atrevimiento

Jugando a la mujer fatal me atreví a atarlo... vendarle los ojos y someterlo con fines de pasión y sexo... pero lo lamento, mi espíritu spankee hizo su majestuosa aparición y se transformó al verlo tan indefenso, tan dispuesto para mí... entonces la spankee ya no fue tal... y las nalgadas no tardaron en aparecer pero no fui yo la víctima esta vez... 

Creo que no pensó que el jueguito fuera tan 'en serio'... quizá calculaba un par de azotitos y ya... pero no era la idea, no era lo que rondaba en mi traviesita mente de spankee atrevida. De pronto comencé a azotarlo con la mano en las nalgas desnudas, utilizaba frases de spanker que, vaya que las conozco, él mismo me ha dicho en otras ocasiones.

Inventé un par de motivos, lo obligué a levantar bien el culo, también contó en voz alta y repitió frases de castigo... Obviamente todo lo hacía con un 'esto lo vas a pagar muy caro'... y por cada amenaza recibía más azotes así que no le quedó de otra que asumir la situación y recibir el castigo que le estaba siendo aplicado.

Utilicé la mano, la vara y una pala de madera. Debo reconocer que me excitó mucho estar de ese lado, mi YoSpanker salió y actuó inmejorablemente... los ayes de dolor no se hicieron esperar... las súplicas tampoco. Me sorprendió la manera en la que él reaccionó, la forma en la que la sumisión lo hizo su presa, la transformación que tuvo mi espíritu spanko que en realidad no fue tan drástica porque mucho de lo que hacía era pensando en el castigo que posteriormente yo recibiría.

Sus nalgas terminaron rojas, el castigo aplicado fue excelso... la humedad en mi entrepierna era notable y la sonrisa en mi rostro denotaba la satisfacción que sentí en ese momento. La sonrisa se borró unos minutos después cuando la situación fue al contrario, cuando mis nalgas pagaron el terrible atrevimiento de que fue víctima inmerecidamente.

El resto de la historia en el siguiente post... (la venganza)...

Yo Spankee



domingo, 18 de octubre de 2009

SPANKINGTUBE

De vez en cuando me da por visitar este sitio... en él puedo encontrar muchísimos y muy variados videos de spank... se los recomiendo ampliamente y espero disfruten de él tanto como lo hago yo...

En el video que inserto aquí... les dejo hermosas imágenes de una artista spanko llamada patty...

Miren, miren....




Yo Spankee

jueves, 15 de octubre de 2009

En defensa del spanko...

A ratos me pregunto lo que sucedería si alguien de mi entorno cotidiano de pronto descubriera el contenido de este blog y todos los escritos, dibujos, fotografías y demás detalles spankos que a ratos inundan mi computadora. Quizá podría gritar que ¡qué les importa!... que es mi mundo y que disfruto de él mucho más de lo que disfruto su chingado mundo vainilla... jeje.

Claro, voy a tratar de mantenerme tranquila porque eso de los gritos generalmente no trae buenas consecuencias. Ejem.

Quiero contarles que vengo aquí con esta idea porque a un amigo mío le pasó... es casado y su esposa no comparte sus gustos... sin embargo ella descubrió algún material en la pc y creo que eso tuvo consecuencias desagradables... Sé que no tengo derecho a  ventilar acá los problemas de pareja de mis amigos... sobre todo de éste al que quiero tanto pero... argh! me molestó mucho la forma en que fue señalado por su propia esposa y quizá es que el orgullo spanko (el mío) se sintió herido.

No tengo que decirles a ustedes que ser spanko no es nada malo.. que no somos freaks, sucios o pervertidos (bueeee... a veces XD)... Pero que es totalmente injusto ser señalados por algo en lo que participar no daña a nadie... Ay, bueno... nomás la colita de (nosotras) pobres spankees...

Creo que la parte nefasta de todo esto es que la pareja no comparta nuestro gusto... y además tener que estarse escondiendo para evitar ser juzgados por los demás... Si bien siempre he dicho que me gusta mantener esta fantasía en los más recóndito de mis obscuros secretos.... también sé que estoy orgullosa de ser lo que soy y disfrutar de unas buenas palmadas en las nalgas... Sí, sí... por el placer y disfrute.

Estuve tratando de investigar (infructuosamente) el origen de uso de la palabra 'vainilla' aplicado a las personas que no gustan del bdsm, del cual el spanking forma parte... el punto es que esas personitas se sienten con el derecho a señalar nuestros gustos, nuestro mundillo y nuestros placeres como si de cosas malas se tratara...

Sé que debe ser difícil para ellos asimilar el placer que nos provoca lo que hacemos... sé que a ratos les parece una locura... pero también sé que la libertad es un derecho humano y el respeto debería ser una obligación... Así que por nada del mundo estoy de acuerdo en que se  nos señale, catalogue o hasta discrimine por un gusto que pertenece a la intimidad de cada uno de nosotros... 

No estoy de acuerdo en que se hagan comparaciones estúpidas como decir que los videos/fotografías de spank son pornografía (eso no es el punto) y que los violadores por lo general son adictos a ella... ¿Acaso eso nos convierte a todos los que vemos dichos videos/fotografías en violadores en potencia?, ¿No parece acaso una gran estupidez?... Es como decir que los changos se rascan la cola y cualquiera que se la rasque es chango.... 

Bah! estoy molesta y como dije antes, con el orgullo spanko herido. Desde aquí envío todo mi apoyo y cariño a mi amigo y una mentada de madre a la mentecita cerrada de su esposa (ja!.. con todo el respeto que no me merece)...

Yo Spankee


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miércoles, 7 de octubre de 2009

Quedarse con las ganas...

Es una situación terrible cuando el espíritu spanko anda tan alborotado... como spankee he de contarles que a ratos estoy que necesito unas nalgadas en calidad de URGENTE... a veces tengo la manera de solucionarlo pero otras... ah, me siento ansiosa, traviesa, con ganas de que alguien me ponga un alto, me tumbe sobre sus piernas y me dé una buena tunda.

Pero no siempre existe la posibilidad de que esto suceda y las ganas tienen que ser guardadas y reprimidas justo como cuando uno no sabía que existía todo un mundo de posibilidades en cuanto a esta fantasía... Habrá quienes recurran al self spank... pero esa para mí no es una solución... a ratos lo único que deseo es un regaño, una amenaza... Ni siquiera es tanto la necesidad de las nalgadas, es decir, no de los golpes como tal sino del ambiente, de los detalles, de esa mirada dura que me advierta que si no me comporto... pronto me atendré a las consecuencias...

Antes, mi imaginación trabajaba bastante bien y bastaba con cerrar los ojos, plantear una situación, personajes y ya... la sensación de satisfacción spanka estaba un poco cubierta... pero ahora no, ahora necesito un poco más... bueno, un MUCHO más... Creo que a momentos me preocupa que se apodere de mí la necesidad del juego... del intercambio de placeres... del yo desobedezco y tú te haces cargo de modificar mis actitudes a través de un buen castigo.

Sucede que cuando enfrentas con seriedad todo esto que envuelve la fantasía spanka... ésta se convierte en un arma de doble filo. Cuando no se conocía la experiencia era fácil reprimir el deseo pero hoy, cuando el cuerpo, la mente y, sobretodo, las nalgas conocen perfectamente el placer de una sesión con cereza de pastel y todo.... ah, qué difícil.

En fin, habrá que aprender a controlar el deseo porque si no esto se pone tan peligroso como delicioso en cuanto puede llegarse a la meta.

Yo Spankee


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jueves, 1 de octubre de 2009

Reiniciando...

Después de mucho tiempo de no pasar a actualizar mi blog... ya sé, ya sé... merezco unas buenas nalgadas por eso... Pues hoy estoy de vuelta para continuar con todo esto que me encanta... y a ustedes también... no se hagan!

Aprovecho para informarles que a partir de hoy (y para que ya no me regañen porque vienen y no encuentran nada nuevo)... ya actualicé y corregí la aplicación para suscribirse a YoSpankee y recibir vía correo electrónico los posts que aquí se publiquen... ya, ya... voy a tratar de que reciban muchos mails...

Estuve trabajando, no crean que no pasaba por aquí nomás por purititas ganas... y es que no me gusta poner pretextos porque ustedes que me leen saben que adoro estar metida en este mundillo spanko... que mis necesidades no cesan y que siempre ando en busca de motivos para recibir una que otra tunda... siempre bien merecida.

Puedo contarles que acabo de (comenzar a) introducir a mi pareja vainilla en todo esto... No, no... no le he contado absolutamente nada de todo esto porque, como lo he dicho antes, pretendo mantenerme dentro de la fantasía la mayor parte de tiempo que me sea posible... pero si puedo trasladarlo de a poco a mi vida diaria... pues mejor.

Hace unos días tuvimos un encuentro sexual bastante distinto a los que habíamos tenido hasta entonces... él ya sabía que me gustan las nalgadas eróticas pero jamás se había involucrado de la manera en que lo hizo... siendo cómplice de mis palabras, de mis deseos y obvio de mis fantasías...

Creo que a partir de ahora las cosas serán distintas... aunque sé que él no es spanker... siento que puedo ir creciendo en mi relación de esta manera... y lo mejor del caso es que él está dispuesto a hacerlo... De cierta forma le hice creer que la fantasía debe estar presente en nuestra vida cotidiana así que por lo pronto ha aceptado un tipo de juego muy parecido a la disciplina doméstica... y me encanta...

Claro, sé que no será fácil para él (aunque para mí será delicioso ir descubriendo cosas a su lado)... pero hay la disposición y eso es genial. Por mi parte descubrí que soy un poquito más manipuladora de lo que creía... y aunque le hago creer que quien manda es él... mis caprichos siempre son cumplidos... aunque de por medio vayan tan deliciosas tundas...

Bueno, esto es solo un poco de lo que vendrá a partir de ahora... y digo un poco porque mi vida vainilla está a punto de dejar de serlo pero sin que se vuelva spanka al 100%... y al mismo tiempo pretendo manetener los juegos que esporádicamente tengo con uno que otro spanker...

La nueva faceta de YoSpankee incluye la formación de otros que están comenzando en este maravilloso mundo y se sienten un tanto temerosos y confundidos... como lo estuve yo hace un tiempo... No es que yo sea una experta... pero soy SPANKEE y creo que eso puede ayudar en algo... Sobre todo a los spankers que no han tenido antes ninguna sesión... me gusta responder a sus preguntas y aportar lo que pueda dentro de mi poca experiencia en las artes de recibir (y disfrutar) unos buenos azotes, ya sea con la mano o con algún instrumento.

Por otra parte estoy aprendiendo un poco acerca del BDSM... y me gusta saber detalles aunque sigo pensando que mi límite es el spank... En fin, como pueden ver mi vida como spankee no se ha estancado y pretendo seguir adelante con este proyecto...

Gracias a los que me leen y a los que comentan... un fuerte abrazo...

REINICIANDO en 5... 4... 3... 2... 1...

Yo Spankee

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lunes, 7 de septiembre de 2009

Molto piacere...

Pasaba por aquí de casualidad... y digo por casualidad para no descubrirme totalmente y decir que aunque tengo montones de trabajo pendiente aún me doy el lujo de hacer una breve parada en este blog que para mí representa mucho en mi vida.

Me he detenido para leer un poco y acaso para reflexionar y sonreír al notar el placer que me da seguir siendo YoSpankee... Pero sobre todo disfruto al pensar en las personas que he conocido a través de este medio y que de a poco se han ido convirtiendo en mucho más que solo contactos cibernéticos del mundillo spanko o BDSM... 

Cada uno de ellos (porque en su mayoría son hombres)... spankers, spankees y Amos que han venido a formar ya parte de mi vida... cada uno personas especiales que además de todo comparten un tipo de fantasía que implica conocer la intimidad de cada uno... compartimos eso y será que por tal razón somos aún más amigos de lo que lo seríamos en el mundo vainilla.

Este post es para ellos... para ustedes que me han permitido involucrarme, conocerlos... y al mismo tiempo me han conocido a mí... a todos un agradecimiento enorme porque han hecho de mi permanencia en el mundo spanko todo un placer...

No, no... yo aquí sigo... jamás dejaré de ser spankee... jamás dejaré de estar en las rodillas de alguien para recibir lo que merezco y además deseo... Pero es que hoy estoy de buenitas.. hoy quiero agradecer... hoy quiero sonreír al pensar en la calidad de seres humanos que componen la gran comunidad spanko y/o BDSM tanto en México como en Latinoamérica y el mundo...

Cómo describir la emoción que siento... cómo decir que estoy feliz de haberme descubierto y estar presente en todo esto que a momentos revoluciona lo que tengo y lo que soy... soy... soy...

Yo Spankee


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sábado, 29 de agosto de 2009

Por favor... presione el interruptor...

Definitivamente la spankee que soy no cuenta con un interruptor de Encendido/Apagado... simplemente sé que hay momentos en que el spank aplica o no en mi vida... Yo no lo controlo... es solo que a ratos me da por necesitar mucho más un abrazo o un beso que unas buenas nalgadas que, dicho sea de paso, nunca caen mal.

Además de spankee, como lo he dicho siempre, soy una persona que a ratos puede hablar, sentir y disfrutar muchas cosas fuera de lo que son las nalgadas... Que no por ello lo olvido o lo dejo de lado... No sé cómo explicar que el spank es mi vida... pero no lo único... A momentos me preocupa la obsesión que me provoca el tema... claro, es una naturaleza que no he negado y nunca lo haré... Pero soy perfectamente capaz de pasar un fin de semana al lado de mi spanker sin necesidad de nalgadas de por medio...

... Mexiñol, diles...


Lo cierto es que a últimas fechas mi naturaleza spankee pesa mucho más que incluso el 'sexo' como tal... No es que no me guste... pero creo que prefiero la estimulación sobre cierta parte de mi anatomía que la penetración vaginal...

Vaya! la spankee viene desatada hoy y no le importan las declaraciones que está haciendo... jejeje... Simplemente soy honesta y digo lo que me apetece y no... ¿Acaso no es este un blog de temática sexual?...

Sé que a ratos me contradigo.. que si soy, que si no soy... SÍ... que sí soy!... de eso estoy bien segura... pero no por verme spankee quieran que caiga sobre sus rodillas de inmediato... Bien puedo charlar... soy una mujer con un aceptable nivel cultural... a ratos también me comporto como la gente decente... soy divertida y tengo sueños, metas, planes en mi vida...

Finalmente tengo que aceptarlo:

Sí, sí... el spank es la base de mis relaciones... sin importar si se trata de un spanker con quien esté ... o no... Lo cierto es que he descubierto que es mucho más que un juego... es lo que me define y es lo que disfruto... es lo que soy... todo... lo otro y esto...

Yo Spankee

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viernes, 21 de agosto de 2009

Véanlo!!

Andaba de paseito por algunos de mis blogs favoritos del mundo spanko y oh sorpresa!... miren lo que me encontré en La Feria de los Azotes...

Hear My Name



Gracias Vitabar... lo disfruté muchísimo y no pude evitar la tentación así que me lo traje también para acá... Es de niñas buenas compartir... ¿cierto?

Yo Spankee

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domingo, 16 de agosto de 2009

Hoy!

Cuando ando necesitada de spank recurro a los relatos, a los videos... a la imaginación. Nunca me ha gustado el self-spank porque esto para mí es mucho más que solo golpes en las nalgas... Prefiero estar rodeada de la atmósfera, de los regaños, de las amenazas... de la mirada, las manos y la presencia autoritaria de un spanker... oh, sí!

Me encanta el juego... combinar un poquito de realidad con esta maravillosa fantasía que ha despertado en mí las ganas para hacer y hasta sentir cosas que antes jamás me hubiera imaginado. Si pudiera dividiría mi vida en 2 partes... el antes y después de mi primer sesión de spank... no desde que lo deseo, no desde que lo conozco... sino desde que lo viví como tal...

Lo he dicho muchas veces... la persona más importante en mi vida spanka es mi querido Mexiñol... con el comencé a experimentar todo lo referente a este sueño... con él he compartido más que una fantasía... La amistad entre ambos es lo que me hace quererlo aún más...

Incluso ha sido parte fundamental en mi intento de escritora que he logrado a través de este blog... Sin más es el mejor de mis críticos aunque a veces es un poco condecendiente y... otras es quizá hasta exigente pero eso es acaso lo menos que espero de él...

¿A qué viene todo esto?... se preguntarán. Pues como han visto he tenido un poco abandonado este blog pero no por ello olvido que hace poco más de un año que mi vida dio un giro... hace poco mas de un año que conocí a mi Mexiñol... hace poco más de un año que he aprendido a disfrutar plenamente de esto que tanto me gusta...

No soy una persona que cuente el tiempo... de hecho evito hacerlo porque además soy demasiado distraída... olvido fechas y confundo eventos... (sí, eso me ha ganado una que otra zurra!)... pero algo que no olvido es que el 2008 fue MI año... ahí comencé de la mano de una persona increíble... y pretendo seguir adelante... si se puede con él y sus esporádicas apariciones en mi vida.... físicamente porque de que está presente lo está y así será para siempre.

A lo largo de estos meses he conocido a muchas personas que han hecho de mi experiencia algo increíble... amigos que se han ganado el puesto y que a pesar del spank o no spank, seguirán ahí por siempre... personas y personajes que me han enriquecido con su presencia, consejos y hasta nalgadas que la mayoría de ellos ya me han aplicado...

No sé si siempre sea la spankee de 'varios', es decir, que no tenga un spanker oficial porque lo que yo busco de esto es precismente mantener la fantasía latente... ni siquiera sé si algún día tenga ese spanker oficial (que se me antoja sea una pareja... aunque... buee)... simplemente sé que soy una spankee que goza y desea siempre estar sobre las rodillas de un hombre inteligente que sepa que jugar a esto no me hace menos o más... que mi vida personal, profesional o moral no se ve afectada por vivir dentro de una fantasía... y que las cosas son así porque yo misma lo he decidido.

Soy una mujer de decisiones propias... no dependo de nada ni de nadie. Soy fuerte, inteligente y autosuficiente... Soy trabajadora, respondable y creativa... pero además... porque así lo deseo, porque lo disfruto y quiero que así sea siempre... soy SPANKEE!!! Traviesa, caprichosa, llorona y respondona.

Yo Spankee

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sábado, 8 de agosto de 2009

FELIZ DÍA

Es la primera vez que celebro un 8/8... estoy a unos minutos de comenzar con el festejo pero no quería dejar de pasar por aquí a desearles a todos ustedes un excelente día del spank...

A los que tienen con quien jugar... un abrazo fuerte... y a quienes no, un abrazo doblemente fuerte para que sigan en la búsqueda de este sueño... la fantasía puede volverse realidad, no lo duden...

Desde mi México les muestro la lengua a l@s spankers y les envío un cálido saludo a todos l@s spankees

Yo Spankee


jueves, 30 de julio de 2009

Hey!

Yo Spankee aquí sigue pero la cabeza no le da para más... quizá haga falta que algún spanker presione un poco para que yo por fin agarre las riendas de mi vida y tenga un poco de disciplina para cumplir con mis deberes...

Nah!... es bien sabido que yo no actúo en factor de las nalgadas recibidas, lo cierto es que algo anda fallando en mi día a día, nada de qué preocuparse... pero espero seguir con este proyecto que tantas cosas buenas me ha dejado... además de lagrimitas e incomodidad al sentarme...

Por lo pronto espero ansiosamente el día 8/8... sí, sí... ya saben... día del spank!... solo por querer... y por darle el gusto en su cumpleaños a cierto spanker que... en fin, luego les cuento porque paso de carrerita, si no luego me regañan por no cumplir con las ordenes del médico =P

Yo Spankee

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jueves, 16 de julio de 2009

En silencio...

Con un poco de dudas optó por asistir a la reunión. La cita era a las 8:00 p.m. aún era temprano y le daría tiempo de darse un baño de tina con toda la comodidad necesaria para relajarse y perder el miedo a encontrarse con él.

Desde tiempo atrás había notado la forma en que la miraba, la forma en que se le acercaba y el tono de voz con el que le hablaba, siempre con respeto pero con un dejo de coquetería masculina a la que hasta el momento se había resistido aunque hubiera querido no.

Abrió la llave del agua caliente, posteriormente la templó con la fría y mientras el vapor llenaba el cuarto de baño comenzó a quitarse la ropa deslizándola suavemente por su cuerpo. Era una chica joven y hermosa pero con altos niveles de inseguridad sobre sí misma. Totalmente desnuda se sumergió lentamente hasta quedar solo con el rostro fuera del agua, la música de fondo que puso desde la habitación la animaban a relajarse mientras por su mente iban y venían los recuerdos de cada encuentro que había tenido con él.

Hacía poco más de un año que los habían presentado en aquella reunión, en el momento en que sus miradas se cruzaron por primera vez una chispa de electricidad brilló y desde entonces no pudo dejar de pensarlo. En aquel momento ella iba acompañada por Antonio, su novio; sin embargo la relación estaba perdiendo todo el encanto y a los pocos meses terminaron con acuerdo de ser amigos. Jamás volvió a saber nada de él.

Las suaves notas de piano y saxofón del blues de fondo la arrullaban y los recuerdos la envolvían con mayor fuerza. - Ernesto Mendoza... a sus pies señorita- Jamás olvidaría esos ojos que la miraron de una forma que ella pensó era su imaginación pero que confirmaría después que lo que había detrás era 'deseo'... 'pasión'... 

En repetidas ocasiones se encontraban en reuniones pues su círculo de amistades era casi el mismo pero ella siempre buscaba algún pretexto para no coincidir, no charlar... para huir. Él por el contrario la buscaba e intentaba topársela aunque fuera por 'accidente' y fue de esa manera que consiguió convencerla de salir a tomar un café primero, una copa después... a cenar más adelante y finalmente a asistir como su acompañante a esta reunión.

Se trataba de algo por completo informal, nada que ver con las fiestas elegantes y llenas de protocolo a las que regularmente asistían ambos por compromiso, por cuestiones familiares y por cumplir con ciertas normas de sociedad a las que ambos debían ceñirse más por obligación que por gusto. Según le había comentado Ernesto sería una fiesta de cumpleaños sorpresa para uno de sus amigos y se llevaría a cabo en el departamento de otro de ellos... 

Sin darse cuenta el tiempo había pasado y debía apresurarse para estar puntual. Rápidamente salió de la tina, se secó el cuerpo con sumo cuidado, se vistió y arregló. Ernesto llegó en punto de las 8 y la sorprendió con un ramo de flores y un beso en los labios que ella respondió tímidamente. Metió las flores en agua, tomó su saco y salieron rumbo a la fiesta... en el camino la charla fue divertida y estuvo llena de coqueteos y bromas...

Legaron al departamento de Adrián, el amigo de Ernesto y las luces ya estaban apagadas, al llegar fueron conducidos a la cocina para esperar el momento en que el festejado llegara para poder gritar ¡sorpresa! y entonces sí a divertirse. Les tocó en el rincón junto al refrigerador, él atrás y ella pegando su cuerpo para ocupar el menor espacio posible... De pronto la mano de Ernesto se deslizaba despacio... tocaba su cintura, sus caderas, sus piernas... y ella se limitaba a contener suspiros y darle suaves golpes en las manos a lo que él le susurraba al oído: Te vas a arrepentir de esto... y le mordisqueaba la oreja...

- Ahí viene, ahí viene...-
Silencio...

¡¡¡SORPRESA!!!

La fiesta comenzaba con gritos, risas y gran algarabía... ella se estaba divirtiendo porque nunca había asistido a algo parecido, siempre las formalidades, las cosas superfluas que tanto odiaba pero que eran al mismo tiempo lo único que conocía. Entre bromas, chistes, anécdotas y risas transcurrió la noche hasta que Ernesto, en un rincón de la sala comenzó a besarla frenéticamente... la abrazó apretándola fuerte contra su cuerpo... en ese momento ella sintió la dureza en cierta parte y la ansiedad la invadió... quería en ese momento ser suya... quería que sus cuerpos se hicieran uno... quería que la tomara y se lo dijo al oído...

No podían irse de la fiesta aunque eran ya pasadas las 4 de la mañana, tardarían mucho en lo que daban explicaciones y se despedían de todos... mejor, Ernesto la tomó de la mano y con expresión pícara en el rostro la condujo hacia las habitaciones - Ésta es la de visitas, le dijo... 
La puerta se quedó entre abierta y ello se dedicaron a besarse apasionadamente... la lujuria los envolvía pero procuraban hacer todo en el mayor silencio posible... cada beso, cada caricia era un reto por evitar hacer cualquier ruido... 

Se metieron bajo las sábanas de la cama... sus manos ansiosas se movían de un lado a otro, sus labios chocaban salvajemente y sus dientes también hacían cierta labor... Ella se dio cuenta que a momentos los movimientos de él eran un tanto bruscos... le jalaba el cabello, le apretaba la mandíbula y le susurraba cosas al oído... Le decía que era una lástima no poder tomarla como él quisiera en ese momento... ¡Bésame!... Yo debería enseñarte como dejar de ser una niña presumida y apretada... Ella no entendía muy bien pero tampoco le importaba hacerlo... la pasión se desbordaba y solo se detenían a ratos cuando algún gemido, beso o palabra era más fuerte de lo que se estaban permitiendo para no ser sorprendidos por alguno de los invitados o por el mismo dueño del apartamento...

Las manos de Ernesto se movían ágilmente e iban de dentro de los pantalones de ella hasta debajo de su blusa... de pronto el pantalón fue jalado fuertemente hasta quedar debajo de las nalgas... Ernesto lo hizo para poder tener mayor movilidad... sumergía su mano por todos los rincones, la besaba, la mordisqueaba...  De pronto y sin previo aviso le volteó... comenzó a besarle la espalda... el cuello... le estrujaba las nalgas con tal fuerza y a los dos les costaba trabajo reprimir los jadeos... 

Ella estaba extasiada pero al mismo tiempo preocupada porque los fueran a descubrir.. en eso escuchó deslizarse el cierre de los pantalones del hombre que deseaba fuera suyo para siempre... con los ojos cerrados y apretada la mandíbula sintió cómo sus bragas eran removidas de su sitio y el miembro erguido de Ernesto buscaba introducirse hábilmente... con una mano Ernesto se ayudaba para penetrarla por detrás y con la otra le acariciaba a ratos la cara, el cuello, el cabello o los pechos por dentro del sostén... Cuando consiguió su objetivo comenzó a empujar con fuerza... embestía una y otra vez... Ella por su parte colocó las manos sobre la pared a un lado de la cama... apretaba más la mandíbula y leves suspiros se escapaban de su garganta...

Ahora la otra mano de Ernesto se paseaba por las nalgas de ella de arriba a abajo, de un lado a otro hasta que envueltos en el juego abrió la palma, separó la mano lo suficiente y la estampó sonoramente en el trasero de la chica que dio un respingo y...

- Ernesto... Karla... ¿son ustedes?....

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miércoles, 1 de julio de 2009

Guillermo

Llegaste sin previo aviso a llenar mi vida con detalles que nadie más había tenido... yo, la spankee oculta entre arbustos de vergüenza se encontró contigo en el momento en el que decidiste que merecía un castigo por mi mal comportamiento. A partir de entonces nuestros encuentros han cambiado... son mejores y sin punto de comparación existente... son perfectos.

Recuerdo el día que me integré al equipo de redacción del rotativo local más importante y exitoso del momento. Tu actitud seria y a ratos indiferente no hacía más que llamarme la atención. Recuerdo que podía pasarme horas mirándote a través del cristal que te separaba del resto de columnistas. Yo comenzaba en aquel tiempo a escribir notas cortas y relatos divertidos que por casualidad fueron leídos por alguno de los dueños del periódico y de inmediato me integró, mero capricho del Sr. Campuzano. Jamás olvidaré el gesto de disgusto que no te preocupaste por ocultar cuando me presentaron ante ti y te pidieron darme un espacio tanto en la impresión como en la página web y en las instalaciones.

El escritorio del fondo, me señalaste con cierto desdén. Te agradecí y sonrojada, además de un tanto molesta, me dirigí al lugar que me habías indicado mientras me dirigías una sonrisa burlona como diciendo: No sabes con quién te has metido...

El Sr. Campuzano es amigo de mi padre, un día me los encontré en un restaurante mientras corregía uno de mis escritos que fue de interés inmediato para don Carlos. 

- Con que eres escritora. Me dijo.

Sonrojada le contesté que sí pero que era como hobbie. Mi padre comenzó entonces a decirle que yo era muy modesta, que mis escritos habían sido ya publicados en distintos sitios con singular éxito pero que yo me exigía demasiado. Don Carlos insistió en que le enviara algunos de mis trabajos, intercambiamos cuentas de correo electrónico y nos despedimos con la promesa de mantenernos en contacto.

Debo decir que me cuesta trabajo reconocer cuando hago algo bien, sí, tú ya te encargaste de que no olvide que está mal menospreciar mi trabajo, lo sé. Pero ante la insistencia de mi padre y de don Carlos no tuve mayor opción y él quedó encantado con mis escritos. Exagera, pensé. Pero a la semana que le envié el material me citó en su oficina... la que está atrás de la tuya. La charla comenzó amena y hasta graciosa, me dijo que me quería dentro de su equipo y que el señor Guillermo, tú, estaría feliz con mi trabajo. Creo que se equivocó. 

Tú me veías como la chiquilla que juega a ser escritora, la que se aprovechó de la amistad de su padre con el dueño del periódico para colarse a las filas de tan reconocida publicación. No era así... o sí pero jamás con esa intención. La tendencia artística y cultural que tenía el periódico me parecía perfecta para explayar mi vena de escritorcilla y literata en proceso de aprendizaje... Era MI oportunidad pero eso a ti no te gustaba y siempre encontrabas un pero a todo lo que hacía.

- Srita. Aguilera, acompáñeme a mi oficina por favor.


El tono que solías utilizar me provocaba una mezcla entre coraje, miedo y ganas de ahorcarte por amargado, por prejuicioso y por esos ojos café claro que desde el primer momento que los vi me hicieron sumergirme en una burbuja de sueños y fantasías de los que jamás te enteraste hasta que...

Vestías siempre de traje y corbata, generalmente en colores oscuros que endurecían un poco más tus actitudes de jefe autoritario pero justo. Te me antojabas como uno de esos profesores de escuela estrictos y gritones. Tengo que reconocer que bajo tu guía y férrea disciplina mis escritos mejoraron y ocultamente acrecentabas la admiración que por ti sentía. Digo ocultamente porque entre pasillos y el chat interno de redacción me dedicaba siempre a ponerte apodos y decir cosas terribles de ti... bueno, lo sabes porque ese día no adiviné que estabas justo detrás del monitor de Paty, la de 'cinefilia' mientras ella buscaba algunos ejemplares pasados para la bitácora anual...

- ¿Te fijaste en la ridícula corbata de dragones que trae hoy don 'amargarito'?
- Contéstame, burra!... jajaja, ya sé... te quedaste impactada ante semejante aberración
- Ya sé, amiga... Te dije que el muy baboso me regresó de nuevo el cuento que le entregué para la edición de esta semana? Estúpido presumido!!! Lo odio.

- Lamento que mi corbata no sea de su agrado, Srita. Aguilera... me gustaría invitarla a compartir ciertos puntos en mi oficina. La espero esta tarde después de la junta de cierre de edición.


No podía creerlo cuando vi los caracteres aparecer en mi pantalla, levantarme de mi silla y verte caminar desde el cubículo de Paty hacia tu oficina. Caminabas rápido, el enojo se te notaba desde el último escritorio... el del fondo... el que me asignaste y que en ese momento encontré perfecto para ocultarme y quizá ponerme a llorar por lo que acababa de suceder. Generalmente me mostraba seria y quizá hasta arrogante ante ti y me negaba a aceptar que me vieras como una niña estúpida que proyecta su descontento a través de tontas charlas con las compañeras de trabajo.

Durante la junta estuve nerviosa, lo notaste y te esforzaste porque no pasara desapercibido preguntándome si estaba de acuerdo o lo que opinaba durante toda la reunión. Mis tartamuedeos te divertían y frente a los demás me pediste poner más atención, me humillabas y gozabas con ello. Las primeras veces agaché la cabeza y mis mejillas sonrojadas delataban la vergüenza que me hacías sentir pero de pronto algo dentro de mí saltó... pensé que no era justo que mezclaras situaciones personales con asuntos de estricta índole laboral. Mi trabajo era bueno, tú lo sabías. 

- ¿Está usted de acuerdo, Srita. Aguilera?.


Me preguntaste esperando que no supiera qué responder pero entonces una verborrea altanera y al borde de irrespetuosa se soltó en mí. Me miraste retador y sonreí triunfante. Silencio en la sala y esto fue todo. Tienen hasta el jueves por la tarde para entregar sus escritos editados correctamente.

Regresé a mi escritorio y en la pantalla de mi computadora parpadeaba el anuncio de un nuevo e-mail en la bandeja de entrada. 

DE: Guillermo V.G.
PARA: Isadora Aguilera Z.

En mi oficina, en cuanto termine la reunión. Será tarde, lo sé. Pero es URGENTE!


Vi como todos comenzaban a retirarse, las luces de los cubículos se iban apagando una a una quedando solamente las de los pasillos, mi cubículo y tu oficina. Tragué saliva, me alisé la falda, tomé las copias de mi trabajo de ésta edición y me dirigí a tu oficina. La puerta estaba semi abierta pero aún así toqué con suaves golpecitos a lo que de inmediato respondiste.

Estabas de pie bebiendo una taza de café y aflojando el nudo de la (ridícula de dragones) corbata. Sin mirarme siquiera me pediste que tomara asiento y tardaste un rato en atenderme. Yo estaba tan nerviosa que cada segundo se me hacía eterno. Las manos me sudaban y la ansiedad crecía conforme las manecillas del reloj avanzaban.

- Lamento haber leído lo de esta tarde... jamás lo esperé de usted...
- Yo, señor... mire... 
- No le he pedido explicaciones señorita... Sé que no estamos aquí para ser amigos y no me interesa caerle bien o no... ni siquiera espero que le guste mi corbata. En cuanto a su trabajo: le he dicho en muchas ocasiones que es muy bueno pero por su falta de experiencia debe pulir ciertos detalles... blah blah blah...


La regañina se me hacía eterna y yo no tenía ganas o tiempo de estar sentada frente a ti mientras me tratabas como una niña pequeña y te lo hice saber...

- Vaya!... no quiere ser tratada como una niña pequeña pero se comporta como una... ¡¡¡interesante!!! ¿No le parece?


Mis gritos y reclamos aumentaron después de tu observación y tú estabas ahí serio, inamovible, con ese gesto indiferente que solo se modificó en cuanto dejaste lentamente la taza sobre la mesita de la esquina, diste unos pasos hacia mí mientras doblabas las mangas de tu camisa como quien se dispone a hacer algún trabajo sucio. Avanzabas lentamente... yo me puse de pie y asustada retrocedí pues adivinaba tus intenciones... 

Muchas veces fantaseaba al verte llegar tan serio, tan imponente. Tantas veces sentada frente a ti en esa oficina que a ratos parecía ser la de un autoritario profesor... En varias ocasiones, cuando me devolvías mis textos con correcciones, me enfurecía y como una escena paralela en mi mente, te aventaba los papeles al rostro y tú furioso te levantabas de tu silla, me tomabas del brazo, me inclinabas sobre el escritorio y...


-¿Qué le pasa?, suélteme...
- Te voy a enseñar modales, jovencita... 
- Señor Guillermo, por favor suélteme...


Estando ahí, sobre el escritorio... con tu mano presionando fuerte en mi espalda y la otra.. bueno, mis fantasías estaban haciéndose realidad y un cúmulo de sensaciones se agolpaban en mi interior hasta que me soltaste y yo, exhausta me levanté y volteé a mirarte... estabas ahí, de pie... con el cabello revuelto por el esfuerzo de controlarme y someterme al castigo... de pronto me miraste de 'esa' forma... tierno, me atrajiste hacia ti suavemente y yo no opuse resistencia alguna. 

Vaya! Si esa oficina hablara. A partir de ese momento nos hicimos inseparables aunque mantuvimos nuestra relación laboral bajo estricto profesionalismo. Afuera todo era distinto hasta el día que te vi desocupando la oficina!!! y aunque yo sabía que sucedería me entristecí profundamente. Te habían ascendido y tu lugar ya no sería más esa oficina que nos vio nacer en esta relación que si bien no podría explicar, tampoco necesito hacerlo.

Ahora sigues corrigiendo mis escritos y pago muy caros los errores... por eso me esfuerzo cada día. Me agrada que te guste lo que hago... y sabes lo mucho que te admiro yo a ti. Esta mañana me advertiste que en el texto que te envié anoche tengo 9 faltas las cuales serán castigadas esta misma noche... No me dijiste cómo pero mi cuerpo cosquillea desde entonces... debo confesar que no he borrado el mensaje de voz que dejaste en mi buzón: ESTA NOCHE ARREGLAMOS CUENTAS, AMOR. BESOS.

* * *

Ya quiero que sea ESTA NOCHE...


Yo Spankee


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jueves, 25 de junio de 2009

Novedades...

A más de un año de haberme reconocido Yo Spankee me he dado cuenta de los avances que he tenido dentro de mi comportamiento y mis deseos... Sé, porque me lo han dicho mis spankers, que soy una buena spankee y eso me hace sentir más que orgullosa. Desafortunadamente aún no encuentro la forma de establecer una relación spanka, llamémosle 'formal'... Sigo deambulando por un lugar y otro en busca de lo que me permita mantener esta fantasía que hasta ahora me ha traído tantas satisfacciones, tantos placeres y, claro, tantos orgasmos y sonrisas.

Debo decir que me he encontrado con gente fantástica dentro de este increíble mundillo de mi lado oscuro... Mentiría si no dijera que el Mexiñol es con el que más he crecido, aprendido y experimentado (y al que más quiero también) pues nuestras sesiones siempre van a más y porque se complementan éstas con una amistad verdadera que permanece ahí... como soporte de esto que en ocasiones se ha llegado a pausar por cuestiones personales, ya sea de uno u otro.

No podría evitar tampoco reconocer que entre los varios spankers que han tenido a bien (intentar) educarme he obtenido, de igual forma, hermosas experiencias y amistades que están conmigo y permanecerán durante muchísimo tiempo... aunque yo desearía que para siempre...

Por ahí hay uno con el que he ido compartiendo experiencias, secretos y hasta fotografías... y al que sigo esperando para comprobar que aprendió de lo poco que esta spankee traviesa se ha atrevido a decir que es importante saber y hacer como spanker... (ya sé que voy a lamentar esta mención... ouch!).

Y éste, el más reciente de mis amigos spankos, al que he aprendido a querer y quien me ha demostrado su lealtad, paciencia y cariño... me ha hecho entender que puede existir cierto vínculo especial entre spanker y spankee y al mismo tiempo ha removido ciertas fibras sensibles de mi gastado corazoncillo...

No voy a negar tampoco que a ratos me da un poco de culpa mantener este secreto... sobre todo porque en la vida 'real' tengo una pareja (vainilla) que obviamente desconoce mi presencia en esta sociedad que gusta de los placeres del spank... Pero como alguna vez lo dije: Es mi secreto, es mi fantasía y pretendo mantenerla así... alterna a mi mundo que gira y no se detiene por mucho que yo necesite unas buenas nalgadas por mal portada que soy.

Y ahora que lo pienso, quizá sea difícil mantener una relación spanka con una sola persona... con qué cara me negaría yo a uno de mis spankers que desean azotar (con cariño) mi travieso trasero... No podría y quizá tampoco querría... Aunque a ratos pienso... y sueño... y deseo... que las cosas fueran un tanto cuanto distintas de lo que son actualmente...

Yo Spankee

jueves, 18 de junio de 2009

Una noche inolvidable.

Recuerdo el día en que nos conocimos, era una soleada tarde de verano. Me arreglé especialmente para él, no soy una chica particularmente guapa aunque sé que cuento con ciertos atributos. 

Acordamos vía mail encontrarnos en el jardín principal del pueblo, él camisa a cuadros y una rosa roja, yo falda amplia y zapatillas negras. Por alguna razón cambié mi vestimenta de último momento y por comodidad calcé zapatillas deportivas y calcetas. Lo ubiqué de inmediato.

- Hola
- Hola… ¿Lucía?
- Así es, soy lucía… ¿cómo estás Gustavo?


Así nos encontramos y de inmediato noté cierto brillo en su mirada, tal cual la había imaginado después de tantas charlas vía msn. Sonrisa tierna y expresión cálida, un abrazo y paseo por el centro. Teníamos tantas cosas que decir, tanto que compartir…
Caminábamos muy cerca el uno del otro aunque yo noté cierta timidez en sus movimientos, en sus palabras y era cierto que mucho pasaba por su mente, también por la mía…

- Hace calor, ¿por qué no me invitas un helado? Le dije con premeditada actitud infantil. 
- Claro, justo te lo iba a proponer…


El helado era el pretexto para hacer una pausa, para ordenar mis ideas pues no sabía qué era exactamente lo que esperaba de este encuentro… las emociones y los deseos hacían tremenda revolución en mi interior. Seguimos caminando y era genial; risas y muchas cosas en común hacían del momento algo simplemente maravilloso. De pronto se me ocurrió la idea, no hubo mucho tiempo de pensarlo, le pregunté que si quería probar mi helado argumentando que estaba delicioso y de paso me animé a romper esa barrera de timidez que, quizá inconscientemente él estaba poniendo, acerqué el cono a su boca y de pronto le embarré el helado en la cara quedando su nariz por completo hundida en la lengüeteada bola de vainilla…

Mi risa rompió la tranquilidad que invadía la calle, él rió también. Me encantó su reacción hasta que, limpiándose la cara dijo: No sabes lo que acabas de hacer, señorita. Lo dijo con cierto tono que dejó entrever algo de picardía y un asomo de enojo. Volteó para todos lados para confirmar que nadie nos veía, se acercó a mí y me dijo al oído: Eres una niña muy traviesa, yo te voy a enseñar buenos modales. Yo me abracé de su cuello y hubiera querido en ese momento no soltarlo nunca pero tuve que hacerlo porque sentí un fuerte impacto de su mano sobre mi nalga izquierda y di un respingo. Auch!

No habíamos querido tocar el tema, si bien el medio por el que nos conocimos había sido un foro de ‘Spank y Azotes Eróticos’, no era esa la única razón por la que estábamos juntos en esos momentos. Desde la primera vez que tuvimos contacto vía mail hubo algo en él que me llamó la atención: era divertido, ocurrente y muy inteligente. Siempre he dicho que una de las cosas que más me llaman la atención de un hombre es que no tenga miedo a hacer el ridículo y sobre todo que me tenga paciencia, además de que sea muy inteligente. Él era todo eso junto… y estaba ahí para mí.

La tarde transcurrió divertida, platicamos mucho acerca de nuestras respectivas vidas y compartimos nuestras experiencias aunque el tema en común aparecía muy poco. Por la tarde noche acordamos ir a registrarnos al hotel porque aunque yo debía hacer la reservación, la verdad es que ‘olvidé’ hacerlo. Llegamos al hotel y: No hay habitaciones disponibles. Nos dijo la recepcionista al mismo tiempo que nos recomendaba buscar en algún hostal pues por ser fin de semana la mayoría de los hoteles estarían llenos. Muchas gracias, señorita. Buenas noches. Sentí la mano de Gustavo en mi cintura aplicando más presión de lo normal e inmediatamente que salimos me puso una cara de ogro que a mí me pareció tan divertida y no pude hacer otra cosa que comenzar a reírme.

Yo sabía perfectamente que si no hacía la reservación con tiempo sería imposible conseguir una habitación pero lo hice a propósito pues podría ofrecer mi casa sin temor a parecer muy atrevida. Hacía 2 años que me había mudado de casa de mis padres y el mismo tiempo viviendo sola en una casita a orillas de la ciudad que si bien no era lujosa al menos contaba con lo básico para vivir cómodamente además que ofrecía toda la privacidad para la ocasión.


Su expresión permanecía seria y el ceño fruncido enmarcaba aún más la mirada dura que me dirigía mientras yo le exponía la solución que se me ocurría en ese momento para compensar mi error.

- Está bien, Lucía. Vamos a tu casa y te agradezco mucho tu hospitalidad pero no creas que esto se va a quedar así.
- Vamos pues, verás que no te vas a arrepentir y nos la pasaremos mejor que en el hotel.


Caminamos apresuradamente y subimos al transporte público que en 18 minutos exactamente nos dejó a una cuadra de mi casa, durante todo el tiempo yo mantuve una actitud despreocupada y juguetona. Ambos llevábamos equipaje aunque yo menos pues desde antes había trazado el plan que ahora se estaba ya llevando a cabo. Apenas entramos a mi casa y mi bolsa quedó aventada en el sofá de la entrada, su maleta en el piso, me atrajo hacia sí y me dio un beso maravilloso que jamás olvidaré. Nuestros cuerpos comenzaban a conocerse más allá de lo que nuestra charla, risas y bromas lo habían hecho por la tarde. Abrazados nos besábamos de pie en medio de la oscuridad pues ni tiempo me dio de encender las luces y la verdad era que tampoco me preocupaba pues estaba sumergida en una burbuja de ensueño. Sus labios y los míos complementaban el ‘click’ que desde antes siquiera de vernos las caras habíamos logrado.

Estaba feliz, sus brazos me rodeaban por la cintura y los míos a él por el cuello. De pronto me soltó y me dijo que teníamos muchos asuntos por resolver y unas cuantas explicaciones mías que dar. Puse cara de descontento pues no me había gustado que dejara de besarme pues, acá entre nos, lo hacía delicioso. Lo notó pues comenzó a regañarme por mi actitud, por todos mis desplantes infantiles a lo largo del día, por mi olvido de hacer la reservación y por mi mala cara al tener que ‘hacer cuentas’ de mi comportamiento que además traía arrastrando otras tantas cosas desde nuestras conversaciones por internet. Motivos no nos faltan, decía, pero quiero que seas consciente de que si bien soy tu amigo, también soy tu spanker porque ambos así lo decidimos…

Me sorprendía mucho el cambio de actitud que estaba presenciando. Gustavo era ahora el hombre serio y autoritario que muchas veces había enfrentado vía msn o por teléfono. Ese al que había retado confiada de la distancia que nos separaba y de la imposibilidad que tenía en ese momento para aplicarme cualquier castigo, inconsciente de que eventualmete habríamos de vernos las caras… El momento por fin había llegado.

- Enciende la luz, Lucía.


Lentamente procedí a cumplir la orden que se me acababa de dar, porque el tono que utilizaba Gustavo era ese, de orden, con voz fuerte y firme. Encendí la luz y me quedé de pie a un lado del sofá, él me tomó del brazo y me puso al centro de la habitación. Caminaba alrededor de mí mientras iba ennumerando una a una las faltas que había cometido desde el primer día que nos conocimos. Yo me estremecía porque a ratos gritaba y las amenazas sonaban tan fuertes que un miedo extraño comenzaba a recorrerme el cuerpo acumulándose finalmente en mi entrepierna.

- Antes de iniciar con el castigo quiero que te pares en ese rincón con las manos en la cabeza y los pies de punta, si bajas los talones y tocas mínimamente el piso, incrementarás el castigo así que, Lucía, anda al rincón.


Con la cabeza gacha y muchísimas cosas sucediendo dentro de mí me ririgí a la esquina que me indicó y asumí la posición tal cual me lo había pedido. Mientras estaba ahí tratando de controlar mi equilibrio con los pies de puntas, escuchaba detrás de mí que él abría su maleta y sacaba algunas cosas. Cautelosamente se adentró en la cocina y luego en mi habitación y justo cuando yo estaba a punto de bajar los talones pues la posición era de por sí incómoda, escuché que me llamaba desde el cuarto.

- ¡¡Lucía, ven acá, rápido, señorita!!


Rápidamente acudí a su llamado y no pude evitar sonreír cuando entré a la habitación y me encontré con una serie de cosas ordenadas en fila sobre la cama: reglas, unan vara, una tablita de madera, un cepillo para el cabello también de madera y un cinturón enrollado. Adiviné el uso que daría a cada objeto y una punzadita en mi interior con la conocida sensación de humedad en mi entrepierna me hizo reaccionar. Me tomó de la mano y de un movimiento me inclinó poniendo su brazo en mi vientre. Una tanda de azotes sobre los jeans me sorprendieron abstraída en mis pensamientos hasta que comenzó a doler un poco.

- Debías utilizar zapatillas negras, ¿recuerdas? No zapatillas deportivas y mucho menos con calcetas. Esa no es la forma adecuada para vestir de una señorita.


Estaba muy sorprendida por la forma en que comenzaron las cosas, la verdad es que el cambio de vestimenta también fue premeditado y yo sabía que tendría que pagar por ello, ahora lo estaba haciendo. Inclinada como estaba me limitaba a soltar algunos ayes que ni siquiera eran de dolor pero sí de sorpresa, de placer. La piel comenzaba a sentirse caliente aún con la tela que la protegía y con los párpados cerrados yo adivinaba cierto color rosado comenzando a incrementarse a cada palmada.

No pasó mucho tiempo cuando Gustavo de manera brusca, aunque siempre respetuosa, me despojó de los pantalones y me pidió asumir una posición que requería ya de cierto grado de sumisión que yo jamás había experimentado y que no sabía si sería capaz de conseguirlo.

- De pie con las manos sobre la cama. Inclínate.


Con las mejillas un poco ruborizadas tanto por el esfuerzo hecho en la pataleta como por la vergüenza que implicaba ofrecer mis, hasta hacía unos minutos, intactas nalgas ante alguien con toda la intención de tundirme por motivos que yo misma había dado… con premeditación, alevosía y cierta ventaja. Asumí la posición resoplando un poco pues no era fácil para una traviesilla como yo estar recibiendo su merecido después de tanto tiempo. Gustavo notaba cada detalle y parecía disfrutarlo, su sonrisa tímida y las miradas pícaras que me dirigía a cada momento eran pruebas de ello. Los dos estábamos disfrutando tanto el momento que no nos atrevíamos a hacer ninguna pausa aunque quizá lo que deseábamos era dar rienda suelta a la pasión que comenzó a crecer y crecer desde el momento en que se cruzaron nuestras miradas.

Las nalgadas se sucedían una tras otra alternando a cada lado y abarcando toda la zona, desde la parte alta de las nalgas hasta la parte baja de los muslos, ahí era donde dolía más pero yo estaba dispuesta a soportar hasta donde pudiera. Mi cuerpo se estremeció de manera un tanto violenta cuando noté que sus dedos se introducían lentamente en el elástico de mis bragas, negras y elegantes, que elegí a propósito de la ocasión; creo que ni lo notó. Mientras bajaba despació mi ropa interior yo apretaba los párpados tratando de ocultar toda la vergüenza que para mí representaba exponer de esa manera mi intimidad. Creo que ahí sí notó la creciente humedad que había en mi vagina pues en ese momento acercó su cuerpo al mío y sin permitirme perder la posición se inclinó a darme un beso tan dulce que yo hubiera optado por saltarnos la parte ruda y pasar a lo demás. Debo reconocer que ambas son igual de sugerentes, de atractivas, de deliciosas.

No sé cuanto tiempo más duró el castigo sobre mis nalgas desnudas que recibieron, por fin, el merecido castigo que por la distancia y la difícil coincidencia de tiempos había sido pospuesto tantas veces. Cada uno de los objetos puestos sobre la cama fueron impactados sobre mi culo poniendo énfasis con el cepillo de madera que dejó bien marcada la zona, incluyendo unos moretones sobre los muslos que después resultaron bastante dolorosos. A cada cambio de ‘instrumento’ había una pausa en la que se me hacía saber el motivo del castigo, la cantidad de azotes que habrían de ser aplicados y de vez en vez las causas por las que estos aumentarían; por interponer la mano, por ejemplo.

En ocasiones llegué a perder la posición pues el dolor superaba mi disposición a recibir el castigo que sabía era merecido pero en todas esas ocasiones la falta fue estrictamente marcada. Yo podía ver en mi spanker un esfuerzo por cumplir con el castigo tal cual había sentenciado él mismo, la dulzura en su mirada me hacía entender que si era estricto era para que yo aprendiera a comportarme pero que al mismo tiempo le requería cierto esfuerzo físico, psicológico y hasta moral.

Cuando por fin recibí el último azote, no de la noche obviamente, las lágrimas escurrían por mi rostro y bañaban parte de mi cuello y pecho, él me tomó del brazo y me ayudó a incorporarme. Me miraba fijamente y sonreía tan tierno que me sorprendió cuando me dijo: Tienes prohibido sobarte, abrázame. No pude evitarlo e hice una carita de puchero que fui obligada a borrar de inmediato con una fuerte nalgada que me recordó también que una de las lecciones recién aprendidas era la obediencia. Lo abracé, él hizo lo mismo. 

Las nalgas me dolían y la necesidad de sobarlas era muy fuerte pero el abrazo me hizo olvidarme rápidamente de ello. Al levantar la cara después de haber hecho el puchero y recibido el consecuente castigo, Gustavo me miró a los ojos y yo no pude evitar clavar en los suyos mi mirada y posteriormente en sus labios haciendo una sutil invitación a que me besara. Lo hizo y a partir de ese momento la noche alcanzó niveles de magia que jamás olvidaré. Los castigos durarían para toda la noche y parte del día siguiente; los besos, los abrazos y la pasión que compartimos esa noche harían de ella algo verdaderamente inolvidable.

sábado, 6 de junio de 2009

Ariadna [Colaboración]

Autor: Bilbo

A veces tengo la sensación de ser un número más. La empresa en la que aún trabajo suele acometer “interesantes retos profesionales” en el extranjero, en el “campo internacional”, como ellos lo llaman, en su estudiada jerga de máster MBA. El ser forzosamente enviado a enfrentar uno de estos teóricamente excitantes y apasionantes retos suele venir acompañado de un murmullo de desaprobación por parte del interesado. Y solo se trata de un murmullo, y no de gritos desaforados, porque suele haber alguien cerca cuando a uno le dan la noticia, alguien que no debe escuchar las protestas, que no debe apreciar tu forzada sonrisa de desprecio, alguien que no debe sospechar que, si pensaras en voz alta, los calificativos serían sonrojantes incluso para el marinero más barriobajero.

Sin embargo, hubo una vez en que el destino jugó conmigo y me hizo cometer una cierta injusticia al pensar mal y quejarme, para mis adentros, por el nuevo destino. Hubo una vez que el hecho de salir de mi cuidad y del círculo de mis amigos, el hecho de abandonar mi sitio en la oficina y mi lugar de privilegio en las intrigas y rumorología empresarial, el riesgo de quedar apartado de los canales establecidos de información y no ser partícipe, en el mismo momento en que se producía, del último chisme de nuestra, por otra parte, aburrida vida de ingeniero consultor, fue recompensado con creces en el lugar de destino.

Naturalmente, como era casi imposible imaginar el excitante, el envidiable futuro que me aguardaba, estuve especialmente huraño desde días antes de partir; me comporté de manera hosca, y a veces hasta maleducada, con compañeros que nada tenían que ver con aquel desplazamiento; y armé mi maleta de mala gana, olvidando, a propósito, por ejemplo, todas mis corbatas, prenda que había decidido negarme a utilizar, holgándome en la pequeña transgresión que suponía de las normas de etiqueta de la empresa. A miles de kilómetros de casa hay ciertas faltas que parecen realmente insignificantes. Ésta lo era.

Mi destino era Perú. A algún iluminado prócer de dicho país le había venido bien anunciar a bombo y platillo algunos meses antes el inicio de las obras de una central eléctrica que solventaría los endémicos problemas energéticos que aquejaban a una agreste y difícilmente accesible zona del país. La nueva central precisaría de un buen acceso rodado; este acceso debía ser proyectado y construido... y ahí fue donde los destinos de Ariadna y de este pobre ingeniero a punto de tomar un avión en Barajas comenzaron a cruzarse.

El país no me recibió bien. Arribando a un lugar poblado antaño por adoradores del sol, esperaba que el astro rey se mostrara en todo su esplendor. En lugar de esto, solo pude, al descender del avión, apreciar un débil halo crepuscular, entre nubes, halo que desapareció para dar lugar a una luz gris y, casi sin solución de continuidad, a la noche cerrada sobre el Pacífico.

De mala gana por haber tenido que desplazarme al extranjero, molesto por tener los músculos entumecidos después de nueve horas de vuelo y de mal humor por la larga cola que había tenido que soportar frente a la ventanilla de Inmigraciones, salí, finalmente, arrastrando sobre sus dos ruedas mi vieja maleta, ni mucho menos una Samsonite.

Mi empresa disponía, en aquella época, de una pequeña oficinita, en una calle estrecha y oscura de un barrio de Lima. Desde allí se organizaban los viajes y las estancias de los ingenieros que nos desplazábamos, se atendía a los clientes más directamente y se llevaban a cabo algunas actividades, casi siempre comerciales; las cuestiones de tipo técnico eran cosa de las sedes españolas.

Desde esta oficina se había gestionado que uno de nuestros chóferes habituales me recogiera. Yo no lo conocía, mas él estaba plantado frente al vestíbulo de llegadas con un cartel con mi nombre, así que fue sencillo localizarlo. Durante el viaje hasta el autódromo el tipo, quizá advirtiendo mi deplorable estado de ánimo y mi creciente mal humor, trató de no molestar, haciendo, si acaso, un par de comentarios rápidos sobre el estado del tráfico y sobre la climatología de los últimos días. Lo agradecí, pues no habiéndome acostumbrado aún, como es obvio, al nuevo horario y exhausto tras el largo viaje, me dediqué a dormitar en el asiento trasero.

En el autódromo una avioneta me esperaba para trasladarme a la zona en la que se ubicaría la futura central. Tras el viaje, que finalizó en una infame explanada entre montañas, algo que solo una mente enferma calificaría de pista de aterrizaje, un Land Rover tuvo el honor de vapulear mis doloridos huesos media hora más. Finalmente, al cabo de catorce horas, habiendo empleado cinco o seis medios de transporte diferentes desde que salí de mi casa, y cuando eran las cuatro de la mañana en Perú, pude descansar la cabeza en la almohada.

Al día siguiente estaba en pie a las ocho. No sentía sueño y quería ponerme a trabajar enseguida. Quería conocer a los miembros del equipo, casi todos naturales del país, además de un ingeniero chileno, y del equipo de topógrafos, que era colombiano. Llamé al número que me habían dado antes de salir de España y me contestó mi nueva secretaria. Me informó que el día estaría dedicado a hacer reconocimientos médicos y vacunación a todos los miembros del equipo, pues habríamos de trabajar en campo abierto durante cierto tiempo y todos debían recibir las vacunas correspondientes.

Aquello no me gustó nada, porque las inyecciones me ponen nervioso, pero no tenía sentido protestar, así que me dirigí al lugar que me había indicado. No tardé en encontrarlo. Además de ser un edificio grande y de mayor porte que los que le rodeaban, tenía una cruz roja colgada de la fachada, sobre la acera. Entré en el mismo y me presenté.

El reconocimiento no planteó problema alguno pero las vacunas fueron otro cantar completamente diferente. Para empezar, estábamos todos en fila, en el mismo cuarto, y una enfermera iba haciéndonos una seña para que nos acercáramos. No me gustó que estuviera el resto del equipo delante. No me apetecía que me vieran cara de miedo ni hacer el ridículo delante de ellos. Me disgustaba aquella falta de intimidad que todo el mundo parecía dar por normal.

Pero todo resultó mucho peor cuando me tocó el turno y la enfermera se dio cuenta, al instante, de mis temores. Comenzó a burlarse, con una actitud para mí inaudita e inconcebible en un profesional de la medicina. Aún riendo, me indicó que me acercara, que solo era un pinchacito. Después de darme la primera de las dos, viéndome palidecer, me dijo entre risas que solo quedaba otra más. Después miró a los presentes y en voz alta solicitó voluntarios por si acaso me desmayaba. Esta última ocurrencia fue recibida por un coro de carcajadas a la par que mi persona era blanco de un sinfín de miradas lastimeras y sonrisas burlonas.

Aunque la chica, de nuevo con cierto descaro, me indicó que podía quedarme sentado hasta que se me pasara el sobresalto, no quise permanecer allí por más tiempo. Me disculpé como pude, comenté de pasada a mi equipo de trabajo que nos veríamos en la oficina y salí. Con las prisas olvidé mi chaqueta en una de las sillas del pequeño dispensario. Caí en la cuenta una vez en la calle, pero no quise añadir a la vergüenza pasada con la vacunación la de admitir que, con los nervios, me había vuelto desmemoriado. Más tarde volvería al lugar a recuperarla.

Así lo hice, casi a mediodía, cuando estuve seguro de que todos mis hombres se encontraban en la oficina. Entré en el edificio y me dirigí a la sala donde había tenido lugar la vacunación. La misma enfermera se encontraba dentro, sentada a su mesa. La observe por un instante antes de solicitar permiso para entrar. Era una mujer hermosa, joven, de pelo castaño y tentadores ojos negros. Llevaba puesta una bata blanca que contrastaba con la tez morena de su rostro. Vestía, bajo la bata, una camiseta azul. Era una lástima que no tuviera que levantarse por alguna razón justo en aquel momento, pensé. Deseaba contemplar su figura al completo. Durante el desagradable episodio de la mañana me sentía tan ridículo que no había acertado a darme cuenta de su belleza.

Tosí, ligeramente, para llamar su atención y levantó la vista. Parecía sorprendida de verme, diría que incluso incómoda. Saludé con un “¡Buenos días!” que pretendía sonar franco y amable.

–Olvidé mi chaqueta, –proseguí. Y señalé la prenda que acaba de localizar en un perchero junto a la puerta.

–Ah, sí, –sonrió. –Los nervios, –y volvió la vista al papel en el que segundos antes escribía. Había recuperado su aplomo..., o eso parecía.

No estaba dispuesto a sufrir por segunda vez una humillación ante aquella chica así que decidí pasar a la acción.

–¿Sabes una cosa?

Mi voz sonaba suficientemente autoritaria y cortante. Levantó la vista y me miró con inquietud.

–Has convertido mi trabajo en estas montañas perdidas en doblemente difícil desde esta mañana.

–No creo... –Su voz sonaba dubitativa.

–Tu bromita de hoy me ha dejado en ridículo delante de la mayoría de los hombres de mi equipo. Para esta hora es posible que el equipo completo esté riéndose de su ingeniero jefe.

–No creo que una simple..., –retomó su frase.

–Déjame terminar.

Me miró con temor ante la cortante interrupción que acababa de sufrir.

–En las próximas semanas, la vida de esos hombres va a depender de mí. En un ambiente selvático, con peligros acechando y con una obra de gran dificultad por ejecutar, en un plazo, por otra parte, más que apretado, la disciplina, el espíritu de equipo y la confianza ciega en el mando son decisivos.

Hice una pausa para mirarla. Bajo los ojos turbada. Ya no se atrevía a hablar. Estaba cerca de mi objetivo.

–Ridiculizándome como lo has hecho has eliminado de golpe toda sombra de autoridad que tuviera sobre ellos. Tendré que ganarme su confianza de nuevo por un simple pinchazo y un comentario inconveniente a destiempo. No dispongo de tiempo para hacerlo y eso significa que partiremos el lunes en una situación que estará lejos de ser la deseable.

La preocupación se pintaba en su rostro y suponía que se debía, también, a desconocer el punto al que yo quería llegar.

–Yo no sabía... Siento de verdad haber... comprometido...su... expedición. De veras que lo siento.

Sonaba verdaderamente arrepentida. Justo lo que andaba buscando. Momento, pues, de cambiar de táctica. Dibujé en mi rostro la sonrisa que había estado reprimiendo todo el tiempo y lancé mi proposición.

–Debería darle vergüenza... Pero no se preocupe –, la tranquilicé. –Podré lidiar con ello –. Hice una pausa, –aunque tal vez quisiera, para compensar, dejar que la invite a cenar esta noche.

Esperé. Tan factible era obtener una mirada ceñuda como un suspiro de alivio. Afortunadamente, esta última opción fue la elegida. Sonrió a su vez y, aunque todavía vacilante, aceptó.

–De acuerdo, ingeniero. Pero me dejará escoger a mi el lugar.

–No hay problema, –respondí jovial. –La recogeré aquí a las ocho. Hasta luego.

Y me fui antes de que cambiara de idea. No las tenía todas conmigo, sin embargo. La suficiencia que había demostrado al exigir la responsabilidad de la elección de lugar no resultaba tranquilizadora.

A las ocho menos cinco ya estaba ante la puerta. No tuve que esperar mucho. Bajó puntualmente. Estaba hermosa. Embutida en unos vaqueros cortos, ajustados y algo gastados, sin la bata blanca, con el pelo suelto y con una camiseta roja escotada, tuve que hacer un esfuerzo para no parecer desconcertado y quedármela mirando de modo estúpido.

–Buenas tardes, ingeniero. ¿Preparado para degustar la cocina local?

Asentí. Su voz no delataba ni tan siquiera la sombra de preocupación o inquietud. Quizá debiera hacerle ver de modo más patente que su comportamiento de la mañana había resultado altamente inadecuado y que me había molestado sobre manera. Parecía haber recuperado su aplomo de enfermera, jeringa en ristre, a pesar de que su atuendo no correspondía esta vez, y por suerte, a su actitud.

La cena resultó muy agradable. La “cocina local”, tal como ella la había descrito, se rebeló más que apetitosa y los caldos disponibles, si bien no espectaculares, resistían sin problemas la cata. Después de un rato de conversación general, algo aburrida, durante la cual cada uno presentó, por así decirlo, sus credenciales de acceso al lugar (estudios, historial profesional, avatares que lo habían llevado a aquel pueblo perdido...), comencé a establecer contacto visual, a sostenerle la mirada, a sonreír abiertamente y a observar, sin disimulo, algunas partes de su cuerpo o de su atuendo, que, siempre sin comprometer las buenas formas, (lóbulo de su oreja, pendientes, pulseras, rizos de su pelo), trasmitieran el mensaje inequívoco de que la observaba, de que la escrutaba y de que me gustaba lo que iba descubriendo.

Poco antes del postre retomé el espinoso asunto que había mencionado al realizar la invitación: las dificultades añadidas a la tarea que su comportamiento me había acarreado. Cargué lo más que pude las tintas, con objeto de hacerle sentir culpable, y sobre todo, dejé el tema abierto, intencionadamente, como si esperara una respuesta a modo de compensación o de satisfacción por la falta, aunque el mismo hecho de estar cenando juntos ya podía serlo.

Dicha respuesta no se produjo, obviamente. Sin embargo, camino de vuelta a mi hotel ella me preguntó, de modo burlón:

–Así que le será difícil manejar a esos hombretones ahora que yo he puesto en evidencia que se asusta usted de las agujas ¿no es eso?

–Precisamente. Eso es lo que tus traviesas bromas han logrado, –contesté, tuteándola.

–La he jodido, ¿verdad? –dijo, y dejó escapar una leve risita, como si la situación le pareciera en extremo jocosa.

–Efectivamente. Debería...

Pero voluntariamente reprimí poner en palabras mis pensamientos y caminamos en silencio el resto del camino.

Cuando por fin alcanzamos la puerta del establecimiento nos detuvimos. Creo que ninguno de los dos sabía muy bien qué hacer. Alargué la mano para tomar la suya, fingiendo intención de despedirme.

–Ha sido una noche muy agradable–, y añadí, susurrando casi, junto a su oído, –no sé si la habitación tiene minibar...

A pesar de lo estúpido del comentario, cuya ocurrencia maldije apenas abandonó mis labios, ella sugirió que lo comprobáramos.

–¿Por qué no vamos a verlo?

Sin soltar su mano me dirigí hacia el pequeño porche que protegía la entrada al edificio y, al llegar, me detuve para hacerla pasar delante de mi. No solo fue el gesto fruto de la cortesía. Deseaba observar el contoneo de su trasero dentro de aquellos minúsculos short.

Del mismo modo le invité a que me precediera al entrar en la habitación. Para mi sorpresa, en lugar de detenerse, se dirigió, en medio de la penumbra que allí reinaba, hacia la cama. Una extraña pero sugerente mezcla de luz de luna y reflejos de neon la iluminaba a medias. La estampa era por demás incitante y evité, por ello, encender la lámpara del cuarto.

No se detuvo junto a la cama, como yo esperaba, sino que, para mi perplejidad, se subió a ella y se colocó de rodillas, mirando a la pared.

–La nena ha sido mala...–, dijo.

Y miró atrás con la viva imagen de la provocación pintada en su rostro.

–Te ha puesto en ridículo delante de tus hombres...–. Por lo que se veía, había decidido tutearme también.

Apoyado en el quicio de la puerta, aún abierta, sin decidirme a entrar; paralizado por la escena que presenciaba, pero no de terror, sino de deseo, observaba sin atreverme a abrir la boca.

–¿No me vas a castigar?

Y diciendo esto, se inclinó hacia delante, sin dejar de mirarme, apoyando ambas manos en la almohada y meneando el trasero y sus minishort de lado a lado.

Envuelta en la penumbra azulada de la habitación, contoneándose voluptuosamente, su trasero me pareció fruta madura y, recuperando por fin la capacidad de movimiento, entré en la habitación cerrando la puerta despacio tras de mí. No podía apartar la vista de la tela de la minúscula prenda ni el pensamiento de las redondeces incitantes que cubría.

Ya junto a la cama apoyé una mano sobre su hombro. Ella seguía bamboleando su posterior y mirándome son descaro.

–¿Me darás mi merecido por ponerte en dificultades? –dijo, y suspiró levemente.

No esperé mas. Alcé la mano y descargué un azote sobre el trasero de Ariadna. El eco de la palmada rompió el silencio nocturno y llenó la habitación. De su boca salió un gemido.

Alcé la mano de nuevo, apretando su hombro con más fuerza y golpeé de nuevo, al lado contrario del primer azote, arrancando un nuevo gemido de dolor.

Proseguí así un poco más, azotando alternativamente ambas nalgas. El silencio se veía periódicamente alterado por las sonoras palmadas y por sus quejidos, que yo aguardaba tras cada azote. Aquella sinfonía de golpes y ayes despertaba mis instintos y me conducía, poco a poco, a estados de excitación creciente.

Al cabo de lo que pudieron haber sido unos quince o veinte azotes, levantó una de sus manos y la colocó en mi antebrazo, apretando fuertemente y apoyando también sobre él la cabeza.

–¿Me vas a azotar... –, dijo, entrecortado su parlamento por los suspiros que le producían mis azotes.

–-...severamente por mi travesura? –Y gemía de nuevo de una manera irresistible.

–¿Vas a...

Nuevos azotes caían sin piedad sobre su trasero.

–...azotarme...

Imaginaba, enajenado por su coro de gemidos, suspiros y profundas inspiraciones, el color que debía estar alcanzado la piel en aquellos momentos.

–... muy fuerte?

Tras remarcar esta última interrogación con un azote algo más intenso que los anteriores rodeé su cintura con la mano libre y traté de desabrochar el estrecho cinturón que vestía. Pensaba que se resistiría, pero no fue así. Con su voz desaforada por el deseo, incapaz de vocalizar correctamente y presa de lo que interpreté como la antesala de un clímax incipiente orgasmo, volvió a interrogarme. Mientras lo hacía me miraba y en sus ojos se mezclaban por igual la súplica y el deseo.

–¿No es bastante sobre mis pantalones?

–¿Deseas... ahhh, ..., azotarme sobre mi cola desnuda?

La mención de la palabra “cola”, tan propia de los países sudamericanos y tan alejada en aquel contexto del significado que los españoles le dábamos me incitó a desabrocharle la prenda cuanto antes

–¡¡Me harás mucho daño!! –exclamó. –¡¡¡Me va a doler mucho!!!

Y no podría asegurar que no fuera aquello precisamente lo que estaba buscando.

Tiré, con la torpeza propia de la urgencia del momento, de los pantaloncitos y conseguí bajarlos lo suficiente como para poder golpearla de nuevo, esta vez sobre las bragas. Aumenté, ahora, el ritmo de los azotes, de modo que cayeran sin parar sobre el tejido blanco que aún la cubría. Sentía como su frente se perlaba de diminutas gotitas de sudor que brillaban bajo los reflejos de neon. Aunque no podía ver la mía, sentía que estaba igualmente húmeda por la agitación y la excitación que sentía.

Las sucesivas palmadas, con su rítmico eco, resonaban en la cálida noche. Cada vez las descargaba con más furia, con más intensidad; cada vez con mayor y más absoluto deleite dejaba caer la mano sobre el trasero de Ariadna. En un cierto momento retiró la otra mano de la almohada y abrazó con ambas mi brazo, apoyando más fuertemente sobre él la cabeza, exactamente del mismo modo que hubiera hecho un reo medieval atado a un poste de tortura.

Mi respiración se agitaba y aceleraba por momentos y aún lo hizo más cuando Ariadna comenzó a mover sus caderas hacia delante con cada azote. Cada vez que la golpeaba, a la par que le arrancaba un gemido profundo y lascivo, movía sus caderas y su trasero sin desplazar las rodillas. Se me ocurrió que se imaginaba frotando su sexo contra un imaginario potro, igualmente medieval, igualmente de tortura...

No tardé en darme cuenta de que iba a correrse. Me incliné ligeramente, colocando la cabeza junto a la suya, el pecho sobre su espalda, jadeando yo también, por la creciente excitación que me embargaba. Comencé a azotarla más rápido, levantando la mano apenas unos centímetros, y golpeando de modo fugraz pero intenso, para volver a repetir el movimiento, cubriendo con los sucesivos golpes todo su hermoso trasero.

Sentí como abría la boca y noté la humedad de sus labios en el brazo. Ariadna gemía con tal pasión que me arrastraba a mi también. No acababa de ser consciente de lo que sucedía. Sólo sabía que deseaba azotarla con fuerza y oír sus gemidos. Sólo sabía que cada uno de sus suspiros me atravesaba como un rayo contribuyendo a encender mi deseo. No sé bien cómo pero me encontré mordisqueando su oreja y sintiendo su cabello, sudoroso, contra mi rostro.

Los gemidos se transformaron en puros gritos, leves al principio y desgarrados más tarde; en una sucesión de “ahh” y “uhh” que la llevaba sin remedio al orgasmo. Espacié algo más los últimos azotes. Los hice más intensos, más severos, más agresivos y, consecuentemente, más dolorosos.

Como si hubiera estado esperando aquel brusco aumento en la severidad de la azotaina, su cuerpo se convulsionó por completo, escapando a mi control, y profiriendo un grito absolutamente salvaje, estalló de placer, de total desenfreno.

Caímos sobre la cama, boca abajo, yo sobre ella. Sus gritos se tornaron un gemido grave y prolongado, delatando los últimos espasmos del éxtasis que acababa de sentir. Yo estaba casi sin resuello, con el pantalón a punto de reventar y con mi propias necesidades a las que prestar atención, cosa que Ariadna hizo deliciosamente apenas recobró algo de su perdida compostura.

Tras el arrebato pasamos un rato tendidos sobre la cama, yo boca arriba y ella, arrebujada, con la cabeza apoyada en mi hombro. Luego se levantó, acomodó sus ropas y se despidió de mi con un beso en la frente.

–Duerma bien, ingeniero. Mañana le espera un largo día... –, y, mientras se volvía, añadió, –... y una igualmente larga noche

Y desapareció tras la puerta, seguida por el eco de su risa.

Me quedé allí, sobre la cama, sin moverme, durante un rato, disfrutando de la dulce molicie que sigue a las desbocadas sensaciones que había experimentado. Intentaba encontrar un doble sentido a su enigmática frase final. Obviamente, lo tenía; lo tuvo, durante toda mi estancia, todas y cada una de las veces que el ritmo del trabajo requirió que volviera al pueblecito e incluso alguna más, por mero capricho.

Y hoy en día, ya regresado a la vieja Europa, una irresistible y rebelde morenita, de piel color café, llena mis noches de fantasías precolombinas, mientras me pide que la castigue severamente por algo que ha hecho.