viernes, 4 de octubre de 2019

Insaciable.

Es normal que las amenazas y el juego previo generen en mí un estado de ansiedad en donde, el miedo y el deseo, se convierten en una deliciosa mezcla. Soy ese tipo de spankee que no se detiene hasta que, enfrentar las consecuencias, se vuelve inevitable.

Me gusta tentar a la suerte, me gusta arriesgar hasta el límite pero, cuando estoy al borde del abismo, comienzo a dar pasos hacia atrás. Mágicamente, el arrepentimiento se apodera de mí pero, ahí es donde pesa la presencia de mi spanker que, no permitirá que me salga con la mía.

El regaño inicial es siempre una tortura, mucho más si tengo que responder preguntas que generalmente, terminan en autoboicot. Aquí podría afirmar que soy cinta negra en el uso de argumentos que, al final, siempre conducen hacia el mismo lugar: el irremediable castigo.

Luego está ese momento que, aunque todavía no se traduce en dolor, está lleno de humillación: sobre las rodillas de mi spanker.
Para entonces aún tengo cierta protección, la ropa sigue en su sitio pero mi cabeza, mi rebeldía y mi dignidad están casi por el suelo.

Después todo irá en picada. Aunado a la humillación, viene el dolor. Las palmadas sobre las nalgas comienzan a escocer y, en un movimiento, todo empeora. Las prendas van abandonando su sitio una a una. Al final, la piel recibirá el impacto de distintos materiales (piel madera, mimbre...) con diferente frecuencia, velocidad y fuerza. Probablemente la resistencia irá menguando, las súplicas serán más reales y más urgentes cada vez.

El spanker, obviamente, se estará alimentando del dolor y arrepentimiento, además de la vergüenza y sometimiento de su spankee. A momentos, por la mente de ella, atraviesa la idea de rendirse y abandonar el juego pero, entonces, la entrepierna está llena de humedad, las contracciones son más frecuentes y placenteras. Oh, sí.

¡No pares!, es el pensamiento ahora. El dolor es real, sí, pero lo es también la satisfacción, el orgasmo, la necesidad de más y más, aunque eso represente días sin poder sentarse.

YoSpankee

2 comentarios:

Lau dijo...

Soy igual que tu, tampoco me detengo hasta que las cosas pasan y gracias a ello ahora estoy enferma descuide mi salud y ahora tengo una gripe horrible mucha fiebre y me duele mucho el cuerpo En especial la garganta y mi novio me dijo que hoy debia ir al doctor pero me senti bien y no fui y ahora tengo miedo de lo que vaya a decirme mi novio

Juanspanker88 dijo...

Bueno, bueno... Que seria de nosotros los spankers si vosotras no tuvierais esa complicidad a la hora de realizar una travesura, lógicamente pienso que cuando estáis tramando que travesura vais hacer, las sensaciones y la adrenalina sube a cotas insospechadas, pero... Cuando la estáis urdiendo no pensáis en las consecuencias que tendrán. Pero luego el temible momento de la barreara cero llega, en ese instante ya es tarde para volver atrás. Es en ese momento que os percatáis que puede que hayáis ido demasiado lejos, y es el momento del arrepentimiento, pero ya es demasiado tarde. Las cartas están sobre la mesa, y los spankers tenemos los cuatro ases en la mano, y vosotras solamente doble pareja, por lo cual tenéis todas las de perder, aunque tratéis de amañar la baraja de cartas, el spanker esta servido, y aunque pidáis una carta y la doble pareja, se convierta en un Full, seguéis perdiendo la partida... La suerte esta echada, aunque ya sea tarde para tirar las cartas, vuestro final esta escrito...