Llegué a casa, aún era temprano y por eso se me hizo raro ver su auto estacionado afuera, él casi nunca vuelve a esta hora de la oficina, me dio mucho gusto porque siempre es lindo pasar un poco de tiempo juntos. Yo llevaba la ropa deportiva del gimnasio, prefiero ducharme en casa. Cuando entré lo vi sentado en la sala con el móvil en la mano pero de inmediato sonrió apenas cruzamos la mirada. La suya era una sonrisa entre tierna y maquiavélica pero no le di importancia. Se puso de pie y se acercó a mí para darme un beso de bienvenida, no nos habíamos visto o hablado en todo el día pues ambos teníamos múltiples ocupaciones, así que fue un beso largo y húmedo. Un poco contrariada le pregunté si quería cenar, aunque era temprano y no tenía listo nada pero podría preparar algo rápido. Respondió que no me preocupara, que aprovechó que salió antes y pasó a comprar algo para que cenáramos los dos pero que primero quería mostrarme algo, era una sorpresa. Él sabe lo curiosa y ansiosa que soy, así que moría de ganas por saber de qué se trataba.
Me pidió ponerme de cara a la pared con los ojos cerrados porque no quería que espiara, conoce bien mis artimañas. Yo no quería esperar, era como una tortura hacerlo pero obedecí.
Alcancé a escuchar un poco de ruido e intentaba adivinar sus movimientos pero no tenía idea de qué se trataba.
De pronto sentí su cuerpo detrás del mío y en un susurro me dijo que aún no podía abrir los ojos pero que me iba a llevar de la mano para poder disfrutar la sorpresa. Fueron apenas unos pasos y de pronto, previa advertencia de no abrir los ojos hasta que la indicación me fuera dada con claridad, sentí cómo de un movimiento bajó mi pantalón y mi ropa interior hasta las rodillas, tragué saliva. Me estremecí por completo y la excitación ya era evidente, seguí con los ojos cerrados, tal como lo ordenó.
Con voz firme me indicó ponerme de rodillas, lo hice de inmediato, mis murciélagos ya revoloteaban frenéticos. Dijo que frente a mí, en el piso, había unos almohadones, que tenía que recostarme sobre ellos boca abajo, de nuevo obedecí pero ya muerta de curiosidad, de excitación y un poco de miedo.
- Ya puedes abrir los ojos, pequeña.
Y ahí, tirada en el piso de nuestra sala, boca abajo con las nalgas paradas y desnudas, vi frente a mí una pala de madera muy larga, era un tipo de remo como de un metro y medio de longitud, Justo como los que habíamos visto en un video de spanking asiático y que yo le había dicho que me llamaba la atención, no lo podía creer.
Se inclinó y me dijo suave y lentamente al oído: ten mucho cuidado con lo que deseas, señorita... En un segundo se puso de pie con la tabla en la mano.
- Para muy bien esas nalgas, jovencita, te voy a enseñar a tener la cena temprano.
Me lanzó un guiño cómplice y alzó la larga pala de madera, yo solo apreté los párpados y esperé el primer azote...
YoSpankee
VIDEO DE REFERENCIA . (<== CLICK AQUÍ)
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