domingo, 17 de noviembre de 2019

Berrinche.

Fue una semana difícil, las faltas se habían acumulado de manera estrepitosa, hasta llegar al punto en el que, dejando de mi lado una gran responsabilidad, mi spanker me ordenó decidir el castigo correspondiente pues, además, había reincidencia, sobretodo, en la falta más grave.

Fue muy enfático al decir que, dada la gravedad del asunto, el castigo debería ser verdaderamente ejemplar. Tendría que ser un castigo lo suficientemente fuerte como para que no me quedaran ganas de volver a hacerlo.

Traté de decirle que no podía con semejante compromiso, le pedí que lo hiciera él y, a cambio, me comprometí a recibir dicho castigo sin chistar, pero no funcionó.

- Más te vale que el castigo vaya acorde con la falta, señorita, si no, tendré que tomar cartas en el asunto.

Pero, ¿por qué me hace esto?, apenas soy capaz de reconocer que merezco un castigo, ¿qué le hace creer que podré decidir uno...? 

Me dio una noche para pensarlo, ni siquiera pude dormir dándole vueltas a varias ideas, arrepintiéndome de ellas inmediatamente al pensar en mi reacción al momento de pedirle que me diera tal o cual castigo. Sería como ponerme sola la soga al cuello. Impensable, cruel, humillante.

No terminé de decidir, aposté un poco a mi suerte y esperé a que me preguntara acerca del tema. La intención era jugar un poco a la spankee arrepentida, utilizar mis recursos y apelar un poco a la compasión. Él había dicho que el castigo se llevaría a cabo el día sábado, apenas era jueves.

No sé qué santo me hizo el milagro, pasó el jueves y el viernes pero la pregunta jamás llegó.

El sábado, a sabiendas de que él venía cansado del trabajo pues sus horarios se han vuelto un poco complicados, jugué un poco al 'apapacho',al flirteo. Pensé en la remota posibilidad de, si yo no tocaba el tema, él tampoco lo haría.

Al principio todo iba viento en popa, la conversación fluía entre cosas divertidas, el trabajo, el clima, los compromisos pero, como era de esperarse, la suerte no duró para siempre.

Comenzó a decir que soy experta en pretextos, a reírse de lo aniñada que me comporto a veces, de mi falta de compromiso, etc. Fue ahí donde vi la oportunidad. 

Al no saber qué responder o de qué manera defenderme, opté por utilizar la carta bajo la manga: ¡basta ya, no quiero seguir hablando!
Entonces me crucé de brazos e hice la mueca que él conoce bien y que sólo significa que, por un rato, me quedaré muda.

Él seguía hablando y a ratos intentando un interrogatorio que no obtenía respuestas. Creo que llevé la situación un poco lejos porque, dada mi renuncia a responder, él reaccionó como suele hacerlo.
Cansado de mi berrinche y, aunque no soy una chica petite, me levantó dándome la vuelta para lanzarme boca abajo sobre la cama y, como era de esperarse, comenzar a azotar con fuerza.

No había forma de librar el castigo, me tenía totalmente sometida apoyando su mano izquierda sobre mi espalda y, con la derecha, azotando inmisericorde. Rápidamente la ropa salió de su sitio. Jeans y calzones fueron removidos de su lugar y, en consecuencia, las palmadas sobre la piel desnuda dolían muchísimo más. El calor iba creciendo al ritmo de las nalgadas, su mano se impactaba firme contra mis nalgas, alternaba una y otra, de arriba hacia abajo y de un lado al otro; parecía no querer dejar sitio sin azotar. 

Ante semejante tunda, mis piernas se movían y, a momentos, se atravesaban entre su palma y mi cola, asi que, cansado de ordenarme que me quedara quieta, optó por sentarse sobre mis pantorrillas y, así, quedó de frente a mis nalgas ya enrojecidas por el castigo.

Lo he dicho en otras ocasiones, soy ese tipo de spankee rebelde que no sabe asumir el castigo con resignación, y no porque sea desobediente (que lo soy), sino porque mi cuerpo no me responde cuando se siente rebasado por el dolor, por la vergüenza. 

En el buró junto a la cama hay un aparato telefónico, así que a mi spanker le pareció una excelente idea arrancar el cable y, aún sentado sobre mis piernas, azotar con el improvisado instrumento doblado en varias partes. 

Al principio pensé que no sería tan grave, incluso me dio un poco de risa porque parecía completamente inofensivo. Terrible error. 

Mi cola quedó atravesada en un santiamén por finas líneas rojas, sobretodo, los dobleces del cable en la punta, al impactar sobre los costados de las nalgas, dejaron una sensación dolorosísima que, al día de hoy, aún me complica permanecer sentada. 

Por más que supliqué, el castigo no se detuvo, al menos no cuando yo lo pedí. Después, levantándome de la cama, me condujo hasta un rincón de la habitación, obligándome a permanecer de rodillas. 

- No te vas a levantar de ahí hasta que estés arrepentida de tu berrinchito. 

Estar ahí, en esa postura y con el culo ardiente, me hacía sentir muy avergonzada, humillada y, sí, arrepentida. Aproveché el respiro para sobar mis nalgas, la piel estaba hinchada y muy caliente. Dolía mucho.

Fue realmente poco el tiempo que pasé ahí hincada, al parecer, era prioritario terminar de aprender la lección. Me levantó y, como me iba tropezando con el pantalón enredado en los tobillos, le pedí ayuda para quitarlo (otras veces lo hace) y solo obtuve como respuesta una lluvia de nalgadas muy fuertes.

- ¿Así está bien o necesita más ayuda, señorita?

Obviamente terminé de hacerlo sola y, aprovechando, fui obligada a despojarme del resto de la ropa. Lo único que pude mantener en su sitio, fueron las calcetas largas que llevaba puestas. 

De nuevo fui lanzada boca abajo sobre la cama y pude escuchar ese sonido inconfundible del cinturón saliendo de su lugar. 

- No, por favor. Supliqué pero, por supuesto, mi súplica fue ignorada y mis nalgas recibieron incontables azotes con el cinturón de piel. 

A esas alturas, mis nalgas dolían mucho y me hacían pensar que el castigo había sido muy fuerte. Por un momento me sentí aliviada por no haber tenido que decidir de qué manera se llevaría a cabo todo esto, sin embargo, las palabras que dijo después de la cueriza me hicieron estremecer:

- Esto solo fue por tu berrinche de hace rato, no olvides que tenemos un pendiente. 

YoSpankee 

1 comentario:

yo spankee y tú?