Abrir los ojos por la mañana y, apenas asimilando que ya han pasado horas, descubrir que el cuerpo aún guarda recuerdos de lo que pasó anoche. Morder los labios y evocar cada momento vivido, cada palabra dicha y, por supuesto, cada azote recibido. Las nalgas aún están calientes, los rincones permanecen húmedos y las necesidades no se detienen... Querer más es natural, sin embargo, al girar sobre la cama entiendes que no lo resistirías, la piel está en extremo sensible... Entonces escuchas su voz que, enérgica, te ordena salir de entre las sábanas, ducharte, atender tus deberes porque, si no, tendrás que atenerte a las consecuencias. Lo dudas, la sonrisa pícara se dibuja de nuevo en tu rostro y decides lanzarte con todo, total, lo peor que puede pasar es terminar de nuevo sobre sus rodillas.
YoSpankee
Seguramente te estuvo muy bien empleado. Te han dado lo tuyo. Y, de momento, una gran calma física y espiritual te envuelve como un suave manto.
ResponderEliminarMuy buen post, experienci propia, corto y descriptivo!