Escribí este pequeño relato para mis amigas Edsuarmi Suárez y Gina Draper, espero que les guste.
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Recuerdo ese viaje a Las Canarias, al principio no quería ir, me parecía aburrido ir a un lugar donde no conocía a nadie y no sabía lo que podía hacer. Gina insistió en que la acompañara, ella tenía algunos asuntos qué arreglar ahí y quería que yo lo tomara como unas vacaciones. Repito, yo no quería pero, obviamente, aquí no se hace lo que yo quiera y, aún en contra de mi voluntad, emprendimos el vuelo con muchas expectativas por parte de Gina y mal humor de parte mía.
Ella insistía en que me iba divertir, me hablaba de las maravillosas playas, los lugares, los hermosos hoteles y la calidez de su gente, pero a mí no me importaba, mientras hubiera internet y electricidad, era más que suficiente.
Llegamos a nuestro hotel, después de un vuelo largo, una escala, un taxi y la interminable charla del chofer; estábamos rendidas, al menos yo, Gina parecía estar tan fresca, tan llena de energía. Quería ducharse y salir de inmediato a comer, a conocer el lugar. Yo, en cambio, quería acostarme, dormir un poco, quizá pedir servicio a la habitación.
- No, señorita, no vinimos tan lejos a dormir… ¡Arriba, andando!
De mala gana, obedecí.
No sé qué es lo que le parece tan atractivo, para esto, pudimos ir a cualquier playa de México, qué fastidio.
Ya sé que puedo llegar a ser una piedra en el zapato, que no pongo de mi parte pero, la verdad, mi objetivo era desesperar a Gina para obligarla a volver al hotel. No se requiere mucha ciencia para eso, sé muy bien cuáles son sus puntos débiles. Funcionó.
- No es posible, Laura, te comportas como una niña pequeña, estoy harta de tus berrinches, no sé por qué te pones en ese plan… blah, blah, blah…
Entré a la habitación con actitud de triunfo, me tumbé sobre la cama como tomando posesión de mi territorio y Gina montó en cólera.
- Pero qué carambas te estás creyendo, jovencita?... No te vas a burlar de mí.
En eso, se dio la vuelta para buscar algo en su maleta. No es posible que haya traído hasta acá su horrible zapatilla, peor aún, ¿el cepillo? Entré en pánico, no llevábamos ni 24 horas ahí y ya estaba metida en problemas. Creo que dejó hasta abajo sus instrumentos de tortura, tardaba bastante en sacarlos así que, como si no fuera suficiente tomé una decisión que en el momento no parecía tan mala: salté de la cama, corrí hacia la puerta de la habitación y huí.
Recorrí los pasillos del hotel, pasé por la piscina y corrí hacia la playa. No sé qué pensaba, lo único que no quería era una tunda, no ahora.
Gina tenía razón, la playa era hermosa… me quité los zapatos y comencé a caminar, la brisa era suave, de pronto, observé a una chica jugando en la arena, era como de mi edad; llevaba un vestido de flores y largas trenzas caían sobre su espalda. Volteó a verme y le sonreí, ella lo hizo también, se veía una chica tierna y (para mi gusto) un tanto aburrida, aniñada, quizá. Sin embargo, yo no conocía a nadie ahí, y tenía que hacer algo en lo que reunía valor para volver a la habitación a enfrentar a Gina.
- Hola, cómo estás?, me llamo Lau, estoy de vacaciones aquí, cómo te llamas?
- Ho oo hola, me llamo Edsuarmi. Respondió un poco tímida.
Quién iba a decir que Edsuarmi resultaría ser una chica tan divertida, con muchas historias qué contar. Me hizo reír mucho, ella era oriunda de aquel lugar, así que me contó de cómo era, qué atracciones tenía y lugares a donde podríamos ir esa noche, al día siguiente y todos los demás. Hablábamos como si nos conociéramos de toda la vida. Me encantaba su acento, ella decía que el mío era muy ‘guay’.
No sé cómo pasó tanto tiempo, de pronto comenzó a oscurecer… ¡Gina me va a matar!
- ¿Quién es Gina?. Preguntó Edsuarmi con curiosidad, tratando de tranquilizarme.
- Verás, Gina es mi mamá, tuvimos una bronca esta tarde…
Poco a poco le conté todo lo que pasó, la manera en que escapé y, con muchísima vergüenza, las consecuencias que seguramente tendrían mis acciones.
Su mirada era dulce, no encontré juicio alguno en ella, al contrario, había complicidad.
- Mira, Lau, no tienes por qué avergonzarte, a mí también me dan una zurra de vez en cuando, es normal. Esto es lo que haremos: iré contigo hablaré con tu mamá y le diré que fue mi culpa, que yo te pedí que te quedaras conmigo y se nos fue el tiempo. Seguro que, aunque sea por quedar bien, te libras de esta, a que sí.
Sonaba coherente el plan, Gina no se atrevería a castigarme frente a ella, quizá pospondría el castigo para mañana y, aunque no me libraría, al menos se le pasaría un poco el enojo.
Toqué con suavidad la puerta, Gina abrió en seguida. Me abrazó muy fuerte, me dijo que había estado muy preocupada y no sabía qué hacer.
- Lo siento, Gina… mm mira, ella es mi amiga Edsuarmi.
Gina se secó un par de lágrimas de la cara, sonrió un poco confundida pero con la amabilidad que la caracteriza. Saludó a Edsuarmi y la invitó a pasar. Comenzamos a charlar, Gina ya se veía muy tranquila, entonces Edsuarmi comenzó con el discurso:
- Lo siento mucho, señora Gina, es que Lau y yo estuvimos jugando en la playa pero, por favor, no se moleste con ella, fue culpa mía, yo le insistí para que se quedara y, bueno, tampoco estuvo tan mal, solo bebimos un par de cervezas y fumamos un cigarrillo…
¿Qué?, eso no es cierto, cómo se le ocurre decirle eso a mi mamá, con la cantidad de problemas que ya tengo encima.
- No es verdad, no hicimos nada de eso, ¿por qué mientes?
Estaba furiosa, mis ojos podrían haber lanzado llamas, maldita mocosa mentirosa. Ella sonrió y continuó.
- Lamento que hayamos vuelto tan tarde pero, aunque Lau insistía en en ir a un bar, afortunadamente pude convencerla de volver, le dije que usted estaría preocupada y…
- A ver a ver, las dos, ¿estuvieron bebiendo y fumando?
- No, Gina, está mintiendo… ella bebió y fumó, yo solo la acompañé.
Grité en un intento desesperado por que no le creyera a ella.
Gina se puso de pie con los brazos en jarra, esa ya era una mala señal. Edsuarmi se veía tan divertida y yo, bueno, yo estaba a punto de romper en llanto, sí por el miedo a la tunda pero, más por el enojo contra esa malvada chica.
- Pónganse de pie las dos, esto lo vamos a arreglar ahora mismo.
La expresión de Edsuarmi cambió, la sonrisita burlona desapareció y sus ojos se abrieron como platos.
- Yo no hice nada, señora, mejor me voy a mi casa.
- Nada de eso, jovencita, tú vas a ser la primera.
Dicho lo anterior, la tomó del brazo y la tumbó sobre sus rodillas en la silla donde estaba sentada antes. La chica pataleaba y trataba de protegerse pero, ja, Gina es experta en esos menesteres. Las nalgadas caían rápido y muy fuerte, el vestidito no ofrecía ningún tipo de protección, parecía como si los azotes estuvieran cayendo sobre la piel. En parte era delicioso escucharla llorar y suplicar que se detuviera, decía que estaba muy arrepentida por lo que había hecho y que no volvería a suceder.
- Laura, dame la zapatilla que está sobre el buró.
Tus deseos son órdenes, mamá. Corrí a traer el instrumento que aporrearía las nalgas de Edsuarmi. Al lado de la zapatilla estaba el enorme cepillo de madera, argh, mi cuerpo se contrajo de inmediato.
- Laura, la zapatilla!!
Se la llevé, justo cuando la ponía en su mano, noté que el vestido ya estaba levantado y las braguitas en sus rodillas. Las nalgas de Edsuarmi estaban ya de un tono rojizo, definitivamente, las manos de Gina saben hacer su trabajo, si lo sabré yo.
La zapatilla comenzó a caer inmisericorde. Pobre Ed, lloraba tan fuerte, las lágrimas bañaban su rostro y las palabras que salían de su boca lo hacían ahogadas por la respiración agitada y los movimientos involuntarios al recibir cada azote.
- Ahora sí, dime exactamente cómo fueron las cosas, Edsuarmi…
De esa manera confesó. Dijo justamente lo que había pasado, dijo que sólo ella bebió y fumó, que pasamos el tiempo en la playa y que fue su idea acompañarne para explicar la tardanza. Dijo también que cambió la historia para divertirse, que no fue con mala intención, al contrario, le parecía injusto que yo saliera impune por lo que había hecho en la tarde. Además, también dijo que estaba muy feliz de haberme conocido y que quería seguir siendo mi amiga. Creo que Gina y yo estábamos muy conmovidas, pobre Ed, la tunda que se llevó.
- Ponte de pie, nena, ya terminó, no llores más.
Edsuarmi se puso de pie, seguía llorando y se sobaba las nalgas que habían quedado muy rojas. Gina la abrazó, vaya que los brazos de Gina son reconfortantes. Gina le dijo que ya había pasado, que el castigo había sido merecido y, preguntándole si había aprendido la lección, ante su asentimiento, volvió a abrazarla y le besó la frente.
Después fui y las abracé también, el momento fue muy tierno.
Cuando Ed terminó de llorar, dijo que tenía qué despedirse, aún tenía que ir a su casa. Le di mi número de teléfono, nos pasamos los respectivos Facebook y la acompañamos al lobby del hotel, dijo que vivía muy cerca de ahí.
Gina y yo volvimos abrazadas a la habitación, ambas sonreíamos.
- Ni creas que he olvidado que tenemos una cuenta pendiente, Laura Magdalena…
- Pero Gina…
- Entrando a la habitación, te quiero boca abajo sobre la cama con los calzones abajo. Tu amiga Edsuarmi ya pagó su parte, ahora te toca a ti.
FIN
YoSpankee